domingo, 7 de febrero de 2016

Vietnam: Don Bien Phu, Sapa, Lao Cai

Sobre las 8 de la mañana cogimos una barca dirección norte en la que solo estábamos Alex y yo. 4 horas más tarde llegaríamos a la población de Muang Kuah, donde nos volverían a repetir que el único bus hacia la frontera con Vietnam salía diariamente a las 6 de la mañana. No desistimos, y seguimos preguntando una hora más, hasta que dimos con un hombre que nos dijo que a veces pasaban minivans locales sobre las 2 de la tarde y las podriamos parar si esperábamos en la carretera. La lógica de poner el horario del autobús tan pronto es fomentar el turismo en el pueblo obligándote a pasar la noche allí. Pero nosotros nos habíamos empeñado en llegar al pais vecino, ya fuera en autostop como en motocicleta. Tras una hora y media de espera en la carretera, sorprendentemente, bajo todo pronóstico, una minivan llena de vietnamitas haría aparición. 
Para empezar la minivan debía tener una capacidad de 9-10 personas, cuando allí estábamos hacinados unos 17-18. Cambiamos los kips sobrantes de Laos al propio conductor y tuvimos por primera vez en nuestro poder los devaluados dongs, por lo que volvíamos a ser millonarios (25000 dongs equivalian a un euro). El trayecto duró unas 6 horas con paradas intermitentes al baño, a comer y a cruzar la frontera. Como ya me había asegurado en el consulado, no tuve ningún problema y no necesité visado, tan solo el sello en el pasaporte y un bienvenido a Vietnam.


Habiamos dejado la tranquila Laos para llegar a un pais con muchisima más influencia China, muy caótico y estresante. La llegada a la ciudad fronteriza de Don Bien Phu fue más que chocante. La gente se pegaba por darnos publicidad de sus casas de huéspedes o hoteles, se oian gritos inconexos por toda la terminal, los neones reflectantes y coloridos te daban una epiléptica bienvenida y los cláxones de los vehículos no paraban de sonar. Alex y yo nos desplazamos un poco fuera del caos y encontramos un hotel de lujo que demostraba que en este pais nos ibamos a gastar muy poco dinero.

El dia siguiente cada uno tomaría un rumbo diferente, yo seguía mi camino al norte y Alex iría directamente a la capital, Hanoi. El trayecto Don Bien Phu-Sapa es conocido como la Hell Road (o carretera de la muerte), y decidí experimentar a qué se refería. Efectivamente, el peor viaje de mi vida, quizás solo comparable a un trayecto en tren de Varsovia a Gdnask en 2008 lleno de polacos borrachos y teniendo que estar al lado del baño las 6 horas de pie. Fueron unas 8 horas en una minivan donde tan solo estaban 3 mujeres de étnicas de las montañas, las cuales se pasaron todo el viaje vomitando, y 3 hombres sin dientes que no paraban de mirarme y reirse. Aquello no era una carretera, era un camino de cabras superpeligroso por la montaña, lleno de barro (tuvimos que bajarnos un par de veces para que la furgoneta no se atascara en el lodo) y una conducción temeraria por la cual pase incluso miedo en ciertos momentos. 


La llegada a Sapa no fue del todo buena, había una niebla superdensa que no dejaba ver a más de 5 metros y hacía bastante frio, sobre todo para ir en chanclas y tirantes. Esa noche no paró de llover y yo me empecé a preguntar por qué había llegado hasta allí, con lo bien que se estaba en Laos o Tailandia. Mi objetivo era llegar aún más al norte donde coincidiría con un amigo portugués de Brno y su novia, pero aún me quedaban tres dias de aventura en solitario.



Resumen de Sapa: decepción. Es un pueblo bonito y con vistas espectaculares a los campos de arroz y la peculiaridad de cientos de mujeres de diversas tribus de la montaña por todos los rincones. Aún así, lo han popularizado y explotado hasta el punto que la masificación de turistas le quitan la gracia. Al menos los dias siguientes la niebla y la lluvia desapareció y entable amistad con mis compañeros de habitación, un inglés y una irlandesa, con los que comí, cené y jugué al billar acompañado de cervezas nocturnas. 


Tuve tiempo para visitar la pequeña pedania de Cat Cat, que se ha convertido ya en un parque temático lleno de souvenirs en vez de una población auténtica y me compré un fino NorthFace polar para el viaje en moto que inminentemente haría en muy pocos dias. Por otro lado, fue tiempo también de ir planeando los siguientes pasos del viaje y decidí que Birmania sería visitado, por lo que conseguí la visa por internet.
Los cerdos vietnamitas son increibles :)


Cada vez me acercaba más a mi destino, llegando así a la ciudad fronteriza con China de Lao Cai en un bus local en poco más de 2 horas. Allí simplemente maté el tiempo charlando con locales (en señas por supuesto, aquí ya nadie habla inglés) e incluso visitando el paso fronterizo y viendo la diferencia económica asombrosa, que se apreciaba en las magnitudes de los edificios chinos en comparación con las simples y sencillas viviendas vietnamitas. Dormí en casa de una familia local y ya esperaba impacientemente la llegada de Daniel y Martina para nuestra aventura en moto.


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