viernes, 28 de octubre de 2022

Senegal: Dakar, Tobakouta, Fathala

Como ya anuncié en el post anterior, mientras mi conquista del mapa europeo en su totalidad sigue su curso, voy adelantando camino por otros continentes, y esta vez África fue el elegido. Aunque técnicamente ya había estado anteriormente en Marruecos, aún no había experimentado la fascinante zona del africa negra y subsahariana. Senegal y Gambia serían entonces la primera toma de contacto con esta parte del mundo, alimentando aún más si cabe mis desmesuradas ganas de seguir visitando puntos del planeta.

Por causas ajenas a su voluntad, mi hermano finalmente no pudo ser participe de tal aventura y el equipo finalmente se compondría por Juanfran, el nuevo y gran fichaje Luis y un servidor.

En vuelo directo Madrid-Dakar, llegábamos a la capital senegalesa en unas cuatro horas. Minutos antes de embarcar nos percatamos que el aeropuerto internacional se encuentra a 1 hora y media aproximadamente del centro, por lo que hubo que informarse rápido de los precios de taxi y conseguir uno por parte del alojamiento para no perder demasiado tiempo. El caso es que después de coger el taxi, dejar  las mochilas en el alojamiento y buscar un sitio para cenar, nos encontrábamos en un coche conducido por dos chicas locales de origen libanés que nos llevaron a los mejores locales de la capital para tomarnos unas buenas birras. A eso lo llamo yo un buen recibimiento.


El segundo dia sería completito. Para empezar la mañana nos dirigimos a la isla de Ngor, muy conocida por los campamentos de surf que QuickSilver realiza varias veces por año. Es bastante sencillo llegar con un cayuco o barca local desde las playas al norte de Dakar. Desde antes de cruzar un señor empezó a explicarnos sutilmente la historia de la isla y puntos de interés de ella, y finalmente sin darnos cuenta nos estaba haciendo de guía por el islote, a cambio eso si, de unos cuantos XOF. (Inciso aquí: dato que no conocía y me parece muy curioso. La moneda local de Senegal es el Franco de Africa Occidental, conocido como XOF, que comparten todos los paises francoparlantes del Oeste del Continente)





Desde Ngor se puede observar la parte más occidental de Dakar, que es, a su vez, la parte más occidental de todo el continente. Se pueden visitar zonas de entrenamiento militar que están desperdigadas por toda la isla, y se puede disfrutar de sus calles pintorescas y alguna casa de algún músico africano. Degustamos un café local de sabor dudoso gracias a una festividad musulmana que invitaba a comer y beber gratuitamente en varios puntos de las playas.


Tras volver a tierra firme, nos dirigimos a la isla en el lado opuesto de la ciudad llamada Goré. Esta, es quizás más famosa si cabe y se accede mediante un gran ferry con trayecto de unos 20 minutos. Además de sus sinuosas calles llenas de comercios para el turista, tiene una de las casas de esclavos africanos mejor conservadas de todo el continente. A parte de la triste historia que esconden sus muros, la casa en sí no tiene mucho que visitar, siendo un pequeño patio con celdas a los lados y una puerta con salida al mar y unas escaleras que conectaban con el piso superior donde vivían los comerciantes de personas. Se estima que por esta puerta de no retorno y muchas otras del pais, se deportaron más de 20 millones de personas para servir como esclavos en lo que hoy conocemos como Estados Unidos.





La isla de Goré tiene muchísimo más que ofrecer. Tiene una fortificación donde han situado un museo y varios puntos de interés entre sus plazas y calles. Aún se nota la arquitectura colonialista con esas casas del siglo XIX. Pero sin duda, lo que más me llamó la atención fueron los búnkers que se encuentran en lo alto de la colina de la isla, sitios laberínticos abandonados que ahora sirven de refugio para la gente local con pocos recursos. Una mujer llamada Eva nos enseñó amablemente su casa que era literalmente una celda de hormigón con una humedad bestial, sin ventilación alguna y con un colchón para dormir con sus tres hijos menores. Una triste falta de recursos que parecía no incomodar a la familias, invitándonos incluso a comer con ellos por la fiesta de Mohammed.






Para finalizar el tour por Dakar, fuimos al anochecer al gran Monumento del Renacimiento de Africa, una estructura de bronce de 52 metros de alto, que la convierte en la más alta de todo Africa. Se puede incluso subir por dentro de ella, pero nosotros llegamos fuera de horario por lo que solo lo vimos exteriormente.

Tras nuestro paso por la capital, decidimos pasar la mañana por las playas de Saly, una zona llena de resorts venidos a menos y muchos de ellos abandonados. El tiempo con inestabilidad y alguna tormenta que otra no invitó a que nos quedaramos mucho tiempo por alli, aunque nos dio tiempo a interactuar con algun local, explorar resorts abandonados y conseguir un taxi que nos trasladara más al sur.




De esta manera, llegaríamos a la localidad de Tobakouta, un pueblo muy muy autóctono de 5 o 6 calles perpendiculares, con una mezquita y una farmacia. El sitio tiene varios hoteles resort, dada la proximidad con la Reserva Natural de Fathala y fue el sitio idóneo para quedarnos a dormir allí. Encontramos un restaurante de comida local, donde aprendes a medir la paciencia con los tiempos de espera africanos, pero donde se comió de maravilla. Presenciamos la celebración posterior de una boda local, donde las mujeres visten trajes llamativos y festejan separadas de los hombres. Conocimos incluso a un senegalés llamado Carlos con un perfecto español que nos contó como trabajaba en la Universidad y era experto en ornitología, y nos encontrábamos en una zona perfecta para ello dada la gran variedad de aves.

El dia siguiente visitamos la gran Reserva de Fathala, a la cual llegamos haciendo autostop, teniendo así ratos y experiencias divertidas que contar. Antes de nada, recalcar que Senegal o Gambia no son para nada famosos por sus safaris o por sus mamíferos salvajes, por lo que la Reserva era un sitio bonito pero nada mega alucinante como los que se pueden visitar en Kenia, Tanzania o el Congo. Con un  jeep acompañados por una rusa y dos gambianos fuimos testigos de la vida salvaje de tortugas terrestres, cocodrilos, antílopes, jirafas, cebras, jabalíes, monos y lagartos. Existe tan solo un rinoceronte, pero tuvimos la mala suerte de no encontrarlo.


Fathala se encuentra a escasos kilómetros de la frontera con Gambia y os puedo asegurar que cruzarla y llegar hasta la capital de Banjul es toda una odisea. Dejémoslo para el siguiente post.


Por cierto, Senegal, pais número 62 en mi lista de paises visitados! :)