miércoles, 1 de febrero de 2017

Cambodia: Kampot, Koh Rong

Desde la isla vietnamita de Phu Quoc se debe tomar un ferry a Ha Tien para pasar la frontera del pais vecino. Lo que allí acontece es digno de preocupación e indignación. Para ponernos en contexto las autoridades de Camboya mediante su página web y consulados advierten que el precio del trámite del visado turista in situ cuesta 30 dólares (35 si fuera e-visa o para business y 2 dólares de penalización si no se portara foto).
Pues bien, los engaños empiezan desde bastante antes de la linea aduanera. Mi idea era llegar a la localidad de Kampot y te venden el transporte en minivan directamente desde Ha Tien. Intentan venderte la moto de que el visado se hace allí rellenando unos formularios y ellos ya se encargan de tramitarlo a la salida y entrada al pais. Empecé a oir cantidades que variaban, sin ningún criterio coherente, entre los 39 y 45 dólares. Todos los integrantes de mi minivan aceptaron y algo resignados pagaron. Yo decidí que no me tomaran el pelo y me negué, mostrando la captura de pantalla del gobierno y tozudamente dando sólo los 30 dólares oficiales. El mafioso en cuestión se puso bastante agresivo y nervioso, hasta el punto que mandó a la minivan irse y quedarme yo sólo con él. Me intentó explicar que los policias de la frontera me pedirían igualmente dinero y dije que lo quería comprobar. Dicho y hecho: el mafioso llevó a un servidor y a su mochila en su destartalada moto (ni casco ni ostias por cierto) en dirección límite fronterizo. En ese momento me percaté que el colega llevaba en la mano los 13 o 14 pasaportes del resto de la gente (con la que en teoría me uniría más tarde). Había cola en el sellado vietnamita, por lo que seguimos sin ningún problema hasta el límite camboyano (esto es completamente ilegal) y a los policias no parecía importarles ni lo más mínimo nuestros paseos en tierra de nadie. Por una parte, el mafioso tenía toda la razón: la policía camboyana estaba pidiendo a los pocos que llegaban a pie cantidades aleatorias y bastante infladas. Cedí ligeramente dando al tipo de la moto otros 4 dólares para que lo tramitara él, y finalmente acabamos ambos rellenando todos los papeles de los 15 pasajeros. A todo esto la policía ni se fijaba en los documentos, era un tosco Give me Money!, sellito y para alante. Hicimos el proceso a la inversa y volvimos a la parte vietnamita a por el sellado de salida después.
Esperad, aquí no queda la cosa con los engaños. Antes de poder iniciar la marcha, la policía te indicaba pasar a una sala donde en teoria te daban un certificado de salubridad y toma de fiebre preventiva donde ni siquiera te tocaban pero te exigian otros 2 dólares. Los pasajeros de mi minivan fueron pasando uno a uno y pagando de nuevo. Yo me negué y pasé de largo mientras el "médico" (un tio con una bata y gafas vamos) se reía. 
Por 10-12 dólares más no merece la pena jugarsela diréis. Bueno, yo no tenía ninguna prisa y quisé combatir a mi modo la gran corrupción que existe en el pais más pobre del sureste asiático.
Toda esta corrupción en mayor o menor medida se da en absolutamente todas las fronteras terrestres camboyanas. No sucede así en el aeropuerto internacional de la capital, donde incluso te alertan de posibles timos y donde se paga la oficial cantidad de 30 dólares.


Después de todo el rollo que os he contado, sigamos con la ruta. Ya estaba por fin en Camboya, tras algo más de 3 años desde la última vez. Llegué a Kampot y me uní a una chica alemana de mi minivan (la única que a posteriori supo la cantidad real que pagué por la visa) alojándonos en el mismo hostel. Pepe and The Viking se llamaba el sitio, que en realidad era una cafetería con vistas al rio que proporcionaba un par de habitaciones a escasos 3 dólares en su planta superior. Tarde de birras y una buena cena local. La ciudad también es conocida por tener una rotonda en honor a un Durian, una apestosa fruta muy famosa en Asia, que tiene el veto en muchos paises del mundo. 


El dia siguiente lo dedicamos a recorrer en scooter el Parque Nacional del Monte de Bokor, que se tarda alrededor de 1 hora y cuarto en llegar a su cima. Fue un intento colonial francés de poblar la montaña con varias complejos turísticos y viviendas en los años 20. Pues bien, a excepción del nuevo Casino y complejo hotelero regentado por chinos, queda poco de lo que una vez fue esa población. Varias construcciones abandonadas en las que destaca una iglesia y el gran Hotel Bokor Palace que hizo a su vez de casino. Es un sitio fantasmagórico donde se han rodado varias películas de terror, pero que fue sin duda el punto más culminante de mi estancia camboyana.

 
 
 

Mi siguiente parada sería la isla de Koh Rong, un pequeño paraiso que consiste en 3 o 4 playas (solo una habitada por el momento) y selva virgen. Pasé 5 o 6 dias de playa de arena blanca y de birras al anochecer. A destacar aqui la Long Beach, una playa de 7km a la que se llega cruzando durante 1 hora la selva; el Sky Bar al cual se accede mediante unos centenares de escaleras y el famoso placton florescente que se deja ver en el mar cuando la oscuridad acompaña.

 


También tuve la oportunidad de ponerme malo y tener una diarrea diabólica durante un par de dias, pero con ayuda de la gente que conocí en la isla, se hizo más llevadero. He dicho que les veré en Nepal en unos dias??? Upsss, no adelanto más. También mencionar en la guest house que me alojé, algo alejado del jaleo de la playa, donde la familia local que lo regentaba me trataron estupendamente a pesar de la dificultad que tuvimos con la barrera idiomática.


La capital de Camboya, lejos de lo que me recomendó la gente, da para mucho. Pero dejemoslo para el siguiente post.