domingo, 13 de marzo de 2016

Myanmar: Kalaw, Inle Lake, Bagan

Birmania, probablemente el pais más inexplorado en el que he estado hasta el momento, se extiende en paralelo con Tailandia por las costas de Andamán y tiene como punto aéreo de referencia la antigua capital de Yangoon, donde aterricé tras mi paso fugaz por Singapur.

Tras el vuelo y un taxi a la estación de autobuses, me aventuraría en un viaje en autobús nocturno rumbo norte. Casualmente llegué 15 minutos tarde para coger el único autobús diario que va hacia Kalaw, mi destino en mente, pero tuve la posibilidad de coger uno hasta la población de Meiktila. Un aspecto curioso de los transportes y birmanos es llegar a los destinos a mitad de la noche (2-4 de la mañana) para invitar al turista a pagar alojamiento cada noche. Al llegar al pueblo, tuve que apañarmelas para llegar a otra pequeña agrupación de minivans (no puedo ni llamarlo estación, por ser un simple cruce de calles) la cual me llevaría a Kalaw, pero que saldría en unas 3 horas. Al menos, el conductor me dejó una manta y una almohada y me eché a dormir mientras tanto. Otras 4 o 5 horas me esperaban más tarde y por fin llegaría a mis destino 22 horas después de haber salido de Singapur.

Mi empeño por llegar a Kalaw era justificado. Allí había quedado con mi amigo Tobi, un gran peso pesado y personaje de mi idolatrado año de Erasmus, quién ya llevaba una semana recorriendo el pais. Los primeros pasos por Birmania serían enfocados a encontrar un buen camino y guia de trekking y tomar alguna que otra cerveza y whisky, con el aliciente de poder ganar algunos kyats (la moneda birmana), otra ronda o incluso una scooter con los sorteos de sus chapas. En las siguientes dos semanas, algo gané, pero nada que recalcar.


Elegimos pues un trekking de tres dias de unos 60 km por una ruta algo alternativa (tal y como nos dijeron, coincidimos con 2 o 3 grupos nada más por los senderos). Nuestro grupo se compondría por 3 neozelandeses, una pareja belgo-francesa, una suiza, Tobi y yo. El primer dia anduvimos unas 6 horas por grandes campos de chilli y montañas espectaculares. Llegaríamos a una aldea, donde una familia amablemente nos acogería para pasar la noche. Carecian de electricidad y agua caliente, aunque tenían una buena poza con agua helada para, al menos yo, lavarme las manos y la cara. La comida y la cena, nos la preparaba un cocinero incluido en el trekking que se adelantaba en moto a nuestras paradas posteriores.

 

El segundo dia caminamos los kilómetros que correspondian y acabamos durmiendo en uno de los parajes más peculariares de todo el viaje, en un templo budista. Un sitio mágico donde pudimos cenar, contar alguna historia de miedo e incluso beber en el bar más cercano. Cuando me refiero a bar, en Birmania significa una casa de algun aldeano que vende whisky y que a veces dispone de dos o tres sillas a la puerta de su choza :) A destacar fue el partido de fútbol que jugamos contra los propios monjes pero muy a mi pesar, no tengo fotos de ese momento.



Según lo planeado, y con alguna caida de regalo dado el suelo húmedo del rocio, llegaríamos a Inle Lake el tercer dia a la hora de comer y recorreriamos el lago de sur a norte en una barca a motor de popa larga. Descansamos en el pueblo y nos despedimos de nuestros compañeros de caminata de los últimos tres dias.

 

La mañana siguiente una simpática japonesa llamada Nana se uniría a Tobi y a mi en el autobús de camino a la espectacular población de Bagan. 10 horas de viaje para tan sólo 250 km, pero es que las carreteras birmanas no dan para más, exceptuando la autopista Yangoon-Mandalay. Tres dias visitando págodas, en las e-bikes (motos eléctricas), viendo puestas de sol y amaneceres de postal.

 
 
 

Compré varios dibujos de acuarela a los locales y transformé un bambú como medio de transporte para no arruinarlos en mi mochila. Y es que la ocasión lo merecía porque en mi ranking personal de maravillas del mundo, tengo que colocar este lugar en mi segundo sitio favorito del mundo a nivel monumental después de la majestuosa Petra de Jordania.


La fotito con el traje escocés es bastante aleatoria, pero la historia es bastante sencilla. Tobi venía directamente desde el carnaval de Colonia en Alemania y se trajo el disfraz, así de sencillo.

Ya queda menos para terminar de resumir mi viaje asiático, y debo darme prisa porque se acumulan los posteriores :) Bagan es simplemente impresionante: