jueves, 26 de enero de 2023

Lebanon I: Beirut, Baalbek, Byblos, Batroun

El año 2023 no podía haber iniciado con un destino mejor que el elegido, y con el cual soñaba desde hace años, El Líbano. Pais multicultural,  multiétnico y con una acogida tan buena que no te deja indiferente.

Los elegidos para esta expedición serían, una vez más Juanfran, mi hermano y yo, y como incoorporación estelar in extremis el señor Vela, aunque volaría en vuelos y horarios distintos.


Para poner en contexto de actualidad esta zona de Oriente Medio, cabe destacar que el pais se encuentra metido en una crisis financiera de grandes dimensiones a causa de la devaluación exponencial de su moneda, de los últimos años de pandemia y de la explosión de forma accidental del puerto en verano de 2020.
El cambio de moneda de forma oficial es de 1€= 1,600 libras libanesas, cosa que no se acerca a la realidad ni por asomo. El mercado negro, extendido ya a todos los niveles del pais (exceptuando el pago con tarjetas de crédito), cambia 1€ a unas 48,000 libras, siendo éste el valor real de la moneda, desafortunadamente para los muchos de os libaneses que mantienen sueldos ínfimos en relación con el coste de vida.

A nuestra llegada al aeropuerto de Beirut, alquilamos un coche para poder movernos a nuestro antojo y para experimentar la conducción temeraria y sin regla alguna de los libaneses. Llegaríamos a nuestro hostel en el centro de la capital, cambiamos dinero mediante el trueque del llamado fresh-money que he explicado anteriormente y volvimos al aeropuerto a por el señor Vela. El hostel estaba muy próximo a la zona de bares llamada Mar Mikhael, lo que fue muy conveniente para poder salir a tomar unas cervezas desplazándonos a pie. La birra local: Almaza, suave pero potente.

El dia siguiente lo dedicamos para patear la capital, visitando puntos clave como la mezquita Mohammad Al Amin, el cine abandonado, Martyr's Square y los barrios de Hamra, Bliss y Cornige. Una ciudad llena de contrastes provocados por la guerra civil de los años 70, por el ingente capital invertido en edificios de forma muy salteada y por la devastadora onda expansiva de la explosión del puerto. 





Pudimos ponernos tibios en nuestra primera mesa repleta de comida libanesa gracias a un contacto que tenía mi hermano, la señorita Chirine, una joven local que habla perfectamente el castellano y que colabora como traductora en multitud de organismos internacionales, además de tener una agencia de viajes, con la que seguro haremos algún viaje en el futuro. Nos llevó a Dar El Gemmayzeh donde probamos un poco de todo al más estilo Mezza.

Para el que aún tenga algún prejuicio de peligrosidad en Oriente Medio, y en especial en este pais, solo puedo decir que en pocos sitios del mundo me he sentido tan seguro y tranquilo por la calle y hablando con su gente. Recuerdo una sensación muy parecida en Jordania.

La segunda noche en Mar Mikhael se nos iría de las manos, cerrando el garito haciéndonos colegas de media ciudad jajaja


La inesperada no resaca de los cuatro componentes de la expedición permitió que el dia siguiente fuera dedicado a visitar la antigua ciudad de Baalbek donde yacen las ruinas romanas más impresionantes que vi hasta la fecha, dándole un toque más fascinante si cabe, el poco turismo que hay en la zona.









Para volver a la costa, atravesamos las cordilleras del Libano por unas carreteras nevadas, sin luz y llenas de checkpoints militares. Visitamos la famosa Lady of Lebanon al atardecer, imponente estatua de la Virgen en un monte con vistas al Mediterraneo.



Decidimos incluso dormir más al norte para ahorrar tiempo de viaje al dia siguiente y llegamos a Byblos, ciudad fenicia considerada por algunos historiadores la ciudad más antigua del mundo habitada ininterrumpidamente, fundada alrededor del 5000 a.C.

Toda la mañana del dia posterior la dedicamos a ver las ruinas de la Citadela y perdernos por las sinuosas calles del zoco.



Por la tarde nos desplazamos a Batroun, más al norte, donde tambien pasearíamos por el antiguo zoco y disfrutaríamos de una cerveza local en la propia fábrica, Colonel Brewery, local habilitado para disfrutar del surf y sus respectivos repostajes cerveceros.



Justo al lado de la cervecería una imponente estructura de hormigón a medio construir custodiaba la costa, siendo el inacabado proyecto del mayor acuario de todo Oriente Medio que quedó frustrado por la guerra civil de los años 70.


Por todo el Libano existen campos de refugiados palestinos y sirios, y de camino a nuestro siguiente destino, encontramos uno a pies de una fortificación en ruinas bastante curiosa enclavada en una formación rocosa, llamado Mseilha Fort. Ya estaba cerrada cuando llegamos, por lo que solo lo vimos desde el exterior y entablamos algo de conversación con algún aldeano del campo de refugiados.


Aunque en invierno los dias son mucho más cortos, los exprimimos al máximo y finalizaríamos la tarde haciendo un hike hacia el Monasterio de Hamatoura montaña arriba con luces frontales para combatir la oscuridad de la noche. Aunque no llegamos a entrar en sus diversos departamentos o en las capillas, la caminata, las vistas y la paz que se respiraba allí arriba, merecieron más que la pena.



Para pasar la noche llegaríamos a uno de los sitios más espectaculares de todo El Libano, pero que contaré el próximo post.