miércoles, 26 de junio de 2019

Ukraine: Chernobyl

Ya hace un más de un mes desde mi incursión por primera vez en tierras ucranianas y es el momento de contar tan interesante experiencia. Me saltaré el primer dia cuando vimos parte de Kiev, que lo contaré en el siguiente post y me centraré ahora exclusivamente en la excursión que hicimos a la famosa zona de exclusión de Chernobyl en nuestro segundo dia.


Antes de nada, destacar el cuarteto moquetero que fuimos: Jompi, Vela, mi hermano y yo. Cinco dias (yo me tuve que quedar seis jajaja) que dieron para mucho y que abrieron mi interés por el pais más grande de toda Europa, Ucrania.

Llevaba años dándole vueltas a la idea de visitar ese lugar postapocalíptico tras la catástrofe nuclear y qué mejor excusa que el cumpleaños de mi hermano para visitarlo. Más conocido aún si cabe estos dias por la alabada serie de HBO que relata en 5 capítulos las consecuencias del citado desastre y que yo intentaré resumir a mi manera en las siguientes líneas.

El 26 de abril de 1986 de madrugada, tras una serie de errores humanos en cadena y de diseño estructural de la planta nuclear, el reactor número 4 de la Planta Vladimir Llich Lenin (como así se llamaba en la antigua Unión Soviética) saltó por los aires expulsando material radiactivo en cientos de kilómetros a la redonda durante dias en lo que se conoce como el accidente nuclear más grave de la historia de la Humanidad. La contaminación de los lugares aledaños fue tan masiva que hubo que evacuar a la población de la zona (unas 200.000) dejándola inhabitable para los próximos  300.000 años, que es lo que se estima que durara la radiactividad.


La radiación producida por la explosión es debida a la expulsión de componentes contaminantes nocivos para la vida, como son el Cesio, el Uranio enriquecido, Radio y el grafito nuclear, que arrastrados por el aire llegaron a gran parte de Europa en proporciones muy dañinas. Pero toda la información científica e histórica del desastre, podéis encontrarla en infinidad de webs.

Pues bien, allí estábamos nosotros, habiendo contratado un tour con la compañía SoloEast por unos 70 $, y experimentando un viaje de unas 12 horas por la zona de exclusión situada a 1 h y media al norte de Kiev y que engloba 30 kilómetros a la redonda del reactor ocupando territorio ucraniano y bielorruso. Para empezar, se deben de pasar hasta dos controles militares con un permiso especial tramitado todo por las agencias oficiales. Tras el primer control, se nos advirtió del riesgo de contaminación de la zona, que aunque la probabilidad es muy pequeña, existe. Se nos dio un dosímetro individual para medir la radiación a la que nos expondríamos cada uno tras finalizar el dia y otro dosímetro de mano extra para ir midiendo en directo los microseverts (medida standard del nivel radiactivo) presentes.



Creo recordar que en una ciudad como Kiev hay una radiación de unos 0.1 microseverts por hora, para que tengáis el dato comparativo de las diferentes zonas que después visitamos. Tras los dos controles empezamos a visitar pueblos pequeños ya abandonados y totalmente a merced de la naturaleza. Ruinas de pequeñas localidades y antiguos coches Volga soviéticos se dejaban ver en medio de un bosque radiactivo. La carretera que algún dia existió en estos lugares había sido sepultada por la tierra y la vegetación. Por toda la zona de exclusión aparecen los llamados Hotspot donde hay un foco de radiación mayor por alguna partícula que queda aún más cercana de la superficie y ya pudimos medir en algún punto 15 y 20 microseverts. De hecho cuando pasa de lo recomendable, el maldito dosímetro empieza a pitar como loco y deriva en una intranquilidad colectiva difícil de describir.

 



Seguimos de ruta hasta dar con el verdadero pueblo de Chernobyl, desde donde se coordinó todo el dispositivo de evacuación y las posteriores labores de limpieza radiactiva. Hay un centro de investigación permanente donde estudian todos los efectos que suceden en la vegetación y en los animales que están volviendo a la zona. Es la llamada Agencia Estatal de la Zona de Exclusión. Curioso dato es el de los lobos, que según parece hay la mayor concentración de esta especie en Europa, dada particularmente la escasa presencia humana. También hay una serie de monumentos en memoria del desastre y de los que murieron por él y la única estatua de Lenin que queda en pie en territorio ucraniano.


En Chernobyl ya vive algún centenar de personas de forma permanente aunque por turnos de varias semanas (tienen otras semanas posteriormente fuera de la zona de exclusión) que trabaja en el centro estatal, en la restauración del área, en el hotel que hay (si si!! hay un hotel) o en las tareas militares de control. Hicimos parada para comer en la cantina que tienen preparada para los visitantes pero nosotros habíamos dicho de antemano que no comeriamos allí por si acaso. La comida en teoría está tratada e importada de lejos del radio de peligro, pero optamos por ni siquiera comprobarlo. Llevamos, eso sí, nuestros propios bocadillos que tan ricamente degustamos.

Fuimos a otros puntos de interés y alguna edificación más. La más notable, la guardería, donde impactaba ver las muñecas y las camas de bebés completamente abandonados. Los niveles por alrededor de la citada guardería y por algunos árboles cercanos rondaban también los 20 o 30 microseverts.

 
 
Más tarde, llegó el clímax de la excursión divisando el rio Pripyat y la central a pocos cientos de metros. Ya solo en el aire los niveles de radiación triplicaban la normalidad y según nos acercabamos se confirmaba que dentro de aquella estructura de acero se encontraba los restos de la explosión del Reactor número 4. Durante el primer año desde la tragedia, se construyó el primer "sarcófago" para retener todo el material nuclear, que poco a poco se ha ido deteriorando por la propia radiación y el paso del tiempo. En 2015 se construyó uno nuevo cubriendo el ya existente, convirtiéndose así en la estructura de acero móvil más grande del mundo, dado que fue construida fuera del perímetro de la central para luego ser movida mediante unos raíles enormes. Esta última se estima que durará 100 años, pasándole el marrón de este modo a futuras generaciones.

 
Paramos en el famoso "puente de la muerte" ya muy cerca de la central nuclear, donde según cuentan los relatos de la época, muchos habitantes de Pripyat fueron hasta ese lugar la noche del accidente a presenciar el incendio, lo que no sabían es que estaban recibiendo tal dosis de radiación que ninguno sobreviviría más allá de algunos meses.


Después bordeamos la central hasta llegar a la cara oeste donde se encuentra el monumento en honor a los caídos en la catástrofe y nos encontrábamos, ahí si que sí, a 150 metros del punto más contaminado del globo terrestre.

 

Las últimas horas de la excursión fueron impresionantes visitando la ciudad fantasma de Pripyat, donde vivían más de 50.000 personas en aquella época. Es lo más parecido a la película de Soy Leyenda de Will Smith, con enormes edificios soviéticos parados en el tiempo y destrozados por la naturaleza. La plaza principal donde se erguía un Hotel antiguamente era un pequeño bosque con residuos de hormigón; el primer supermercado soviético donde se pagaba con dinero (en vez de las comunas de alimentos comunistas); la pista de atletismo, el teatro, la oficina de correos.... Los dosímetros nos chivaban de vez en cuando por dónde no estar mucho tiempo con puntos que sobrepasaban los 50 microseverts incluso.


El polideportivo con la piscina espectacular:



Otra de las partes más llamativas y visitadas era el parque de atracciones, que nunca se llegó a inaugurar ( tan sólo quedaban 5 dias para su gran apertura el dia 1 de Mayo). La pista de coches de choque da miedito verla y en la parte inferior de uno de los vagones de la noria detectaríamos el mayor hotspot hasta el momento: 400 microseverts.


 
 

La guía nos dejó (aunque en un principio las autoridades lo han prohibido desde hace unos meses) entrar en uno de los edificios y subir hasta la azotea donde se podía ver un paisaje desolador y a la vez muy curioso e interesante. Tanto a la subida como a la bajada, entré en alguna de las casas, que contenían aún muchas de las pertenencias personales olvidadas tras la evacuación.


Para entrar en Pripyat se necesita pasar otro pequeño control militar. Esto es así, porque existe un fenómeno llamado "los stalkers", que son personas que se cuelan ilegalmente en la zona y acampan y habitan los edificios, poniendo en grave riesgo su vida por el deterioro de las infraestructuras, la contaminación radiactiva aún muy presente y cometiendo un delito según la ley ucraniana.


Nuestra excursión tendría una parada más  y para ello atravesamos el conocido bosque rojo a toda velocidad con la minivan. Fueron escasos 2 minutos por la carretera en la cual a sus lados se contemplaba una inmensidad de pinos de color rojizo, y los dosímetros se dispararon a más de 40 microseverts dentro del mismo vehículo. La guía nos comentó que si nos adentrabamos en los árboles, llegarían puntos con 2000 microseverts, cosa no muy recomendable. Árboles de hecho, que fueron talados en las labores de descontaminación y que han vuelto a crecer, con ese color no tan común por supuesto.


La parada final no tendría relación directa con Chernobyl, pero era digna de ver. Un proyecto secreto de la Unión Soviética, la Duga Radar Station 3, o también conocida en español como el Pájaro Carpintero Ruso. Era un gigantesca antena radar con fines antimisiles que emitía una una onda de baja frecuencia la cual interfería en muchas de las transmisiones mundiales. Esta brutal estructura de hierro mide 150 metros de alto y 300 de largo. Y ahora sabéis para qué sirve? Para nada! Pero es tan grande que Ucrania no se puede permitir el coste de su derribo.


Para terminar la visita, nos hicieron un control de radiación a todos los visitantes por si portábamos alguna partícula dañina. En teoría el dosímetro individual nos mandaría un informe detallado a cada uno de la radiación personal captada para mayor tranquilidad nuestra. Bueno...pues tengo que decir que el informe nunca llegó, pero tras varios correos con la agencia me contestaron que si la dosis había sido menor de 3 microseverts, el informe no se hacía dada su nula peligrosidad. Les tendremos que creer, no queda otra.

Aún así, a nuestras llegada a Kiev, tiramos absolutamente toda la ropa que llevábamos puesta a la basura: calzado, chaqueta, ropa interior....todo! Más vale prevenir que curar dijo algún sabio.


Perdonad la chapa científica, pero esto de Chernobyl ha despertado una nueva faceta friki en mi sobre estos temas. Los dias por Kiev, en el siguiente post, que hay tela que contar...