viernes, 22 de abril de 2016

Back in Spain

En Septiembre de 2007 dejaba España para aventurarme en un Erasmus que hizo que me diera cuenta que hay vida y experiencias mas allá de nuestras fronteras y que supuso el principio de mi adicción a los viajes. Tras haber vivido en Suecia, Italia y República Checa y haber recorrido casi otros 50 paises más, era hora de volver a casa a organizar ideas y empezar nueva etapa, después de casi 9 años en el extranjero. 

Sensaciones raras y mezcla de sentimientos a veces contradictorios son los que han estado rondando mi cabeza estos últimos meses a mi regreso. Es una locura como puedes sentirte extranjero en tu propio pais, pero tras un periodo de adaptación, es exactamente igual que el movimiento migratorio inverso.

Después de asentar el culo y colocación de equipaje (para 9 años, haber traido escasas 3 maletas de vuelta no esta nada mal) llegaria el momento de buscar un curro rápido y sencillo mientras tanto, y que no tuve ningún problema en encontrar dando clases de inglés en la academia del barrio, que es lo que actualmente sigo haciendo.

Mis ansias de avión y mochila seguían muy latentes, por lo que en Febrero ya tuve mi primer vuelo del año esta vez a un lugar ya conocido como es Barcelona, y visitando a la señorita Laura a quien conocí en la isla de Koh Chang un par de meses antes. Un finde largo en el cual tuve la oportunidad de ver rincones desconocidos en mi visita anterior allá por el 2010 con la Swedish Crew. Dio tiempo también de ver a Toni y a Kamila, dos ex-compis de mi último trabajo en Brno que ahora viven por alli.


Habiendo organizado mis ideas y cogiendo unos hábitos de nuevo, mi programación de viajes se dispararía como siempre pasa a principios de año. Siguiente destino hace poco más de un mes, el cual contaré en el próximo post, coloreado en rojo en mi personalizado mapa europeo:



Y tomar un poquito de buen rollo, que hace mucho que no ponía video.

jueves, 7 de abril de 2016

Thailand: Koh Chang

Mi viaje por el sudeste asiático finalizaría donde empecé, en Tailandia. Volaría a Bangkok de nuevo, para pasar simplemente 2 noches y un dia en un hostal tranquilo al este de la ciudad, que fue elegido por Tiffany y por mi por el mero hecho de tener una piscina en la planta de arriba. Todo el dia allí, a excepción de un intento de ir a Kaoh San Road o al MBK, que fue frustrado dada la Bike Marathon que acontecía en la ciudad y cortaba muchas calles, lo que dificultaba la movilidad por la capital.


Recomendado por Tobi, decidí pasar mi última semana en la isla de Koh Chang, unas 4-5 horas al este, muy cerca de la frontera con Camboya. Fue una gran sorpresa, porque aún siendo la isla de más fácil y rápido acceso desde la capital, no tiene la afluencia de turismo masificado del sur del pais. Fui a parar al suoeste de la isla, a una zona llamada Lonely Beach, donde había una pequeña calle de pubs, mucha oferta gastronómica y una playa espectacular.

Rapidamente hice amistad con un grupo de solo travellers con los que tuve la fortuna de pasar mis últimos dias en el continente oriental. La primera noche estuve en un bungallow a unos 5 minutos a pie de la playa, pero la siguiente me cambié a los que había en primera linea, con piscina incluidos.
Me hinché a batidos, a Pad Thai, a cerveza, a conciertos reggae y a dar vueltas con mi motillo que alquile para toda la semana.


Aqui parte de la gente Koh Chang, Tito, Max y Laura entre otros...


Lo que merece la pena de la isla es el pueblo pesquero del sur, las puestas de sol en el lado oeste y por supuesto la gente que te acompañe en la aventura. A destacar un coco que casi nos mata en un restaurante al caer de la palmera, romper el techo y casi abrir la cabeza a algún comensal (la muerte por caida de coco es mundialmente más común que la de ataques de tiburón) e incluso eludí una multa por no llevar casco en la moto, alegando que era fan del Real Madrid. 
A reseñar también la canción que hizo furor en uno de los conciertos, por el que parece ser una estrella del Reggae tailandés, me encanta...Du Du Duuuu

Y a todo mi pesar, todo en esta vida tiene un fin, y mi aventura asiática caducaba inminentemente por la presión navideña de volver a Europa. Tres meses, cinco paises, muchos lugares, muchisima gente especial y una mochila al hombro es todo lo que han hecho que este viaje se vaya al baúl de "experiencias más espectaculares de mi vida".

Koh Chang-Bangkok-Doha-Budapest-Brno en la increible marca de 40 horas y C'est fini!


sábado, 2 de abril de 2016

Myanmar: Mandalay, Yangon

Tras despedirme de la espectacular ciudad de Bagan y comprarme un libro muy adecuado a esos dias ("Giorni in Birmania", si, lo encontré en italiano), Tobi y yo nos trasladaríamos a Mandalay, no sin ello despedirnos de nuestra compañera de viaje los últimos dias, la increible Nana.
Al llegar, la ciudad me recordó mucho a Chiang Mai, aunque bastante más grande, sería supongo por el cuadrilatero central que daba forma a la metropoli. Esa primera noche, la dedicamos al poco ocio que hay en el pais, es decir, unas cervezas y un masaje birmano (decepcionante si lo comparas con los thailandeses).

El dia siguiente, Tobi me abandonaría en su vuelta a Malasya y yo decidí andar aleatoriamente por la ciudad. Complete el cuadrilatero central (2 km por lado, 8 en total por tanto) donde se situa el Palacio e incluso me dio por visitar el zoo de la ciudad, en un acto de curiosidad si los birmanos trataban mejor a los animales que en Europa y pude constatar que me equivocaba ;(


El dia siguiente contraté un motorista para que me enseñara los alrededores. La idea inicial fue alquilar la moto por mi mismo, pero no disponian de scooters automáticas y decidí llevar chófer. Aún asi, creo recordar que me costó 12,000 kyats el dia entero (unos 10 euros). Mi excursión mereció totalmente la pena visitando para empezar la pagoda de Sagaing, en la cual se veia una vista espectacular.

Segunda parada fue en la ciudad antigua de Inwa, a la que tuve que acceder por barca para cruzar uno de los rios. Comí en un restaurante algo lujoso a orillas del rio y empecé a andar a posteriori evitando los paseos en burro o a caballo que los locales ofrecian. Tuve la oportunidad de jugar a un juego de chapas y cartas con unos campesinos y obviamente perder algunos céntimos por tan siquiera comprender las reglas del maldito juego. Caminando por los campos de maiz, conocí a unas francesas con las que pasaría el resto del dia.

 

El anochecer fue contemplado desde el puente de Anarapura, que era la tercera parada de mi pequeña excursión y se amenizó con algún batido de coco que otro.



Con las referencias del hostal de las chicas francesas en mano, decidí acompañarlas a cenar allí. Me iría esa misma noche en un bus nocturno, por lo que hice un pequeño viaje en moto para recoger mi mochila de mi hotel primeramente. Tiffany, una de las chicas, volaría el mismo dia a Bangkok que yo y decidimos coger un hostal juntos con para unos dias posteriores con el único requisito que tuviera piscina, y lo logramos!

La última fase de la parte birmana de mi viaje se localizaría en Yangon, que para llegar allí cogí un autobus nocturno y para llegar al hostal por la mañana, un birmano muy amable me ayudó y acompaño con un taxi, ahorrandome unos pocos kyats de turista inexperto. Después de descansar ligeramente por la mañana, visité la Sule Pagoda, el Sky Buidling, el Estadio Nacional y los alrededores de la estación de tren, que tenía la típica arquitectura de las colonias inglesas africanas de los años 20. De forma espontánea y bastante original decidí ir al cine a ver Doctor Frankestein, que fue una basura, pero que me gustó la experiencia, por ser el único extranjero, por haber pagado apenas 1 euro, por ver con gran sorpresa que la ponian en versión original y lo más impactante de todo, ver como se ponia la sala de pie para cantar el himno de la nación antes de que la película empezara.



El siguiente dia conocí en el hostal a Valentina, una chica belga con la que tuve el placer de ver y patear toda la ciudad durante más de 7 horas. Vimos la págoda Shwedagon (por fuera), el lago de Kandawgyi y comimos en un gratificante buffet donde seríamos nosotros mismos los encargados de cocinar. Culminariamos el dia en un pequeño bar situado en un ático a base de mohitos donde nos juntamos con otras 3 amigas belgas y un grande del panorama brenense que casualmente estaba por Myanmar, el italiano Alessio.


El dia siguiente fui a visitar por dentro, esta vez si, la gran págoda de Shwedagon, que es la más grande de todo el sureste asiático. Realmente impresiona su luminosidad y sobre todo su magnitud. Por último gocé de una tarde soleada en el parque Sule con Valentina y compañia y me despediría de tan increible pais con dirección de nuevo a Tailandia.


Y pido perdón por dos cosas: la tardanza en las publicaciones, pero es que con un hombro dislocado y el brazo en cabestrillo, la escritura es lenta y difícil; y por la escasez fotográfica, pero es que las semanas pasaban y empezaba a darme cuenta que prefería vivir la experiencia con mis retinas en vez de hacer tanta fotito :)