miércoles, 28 de agosto de 2019

Romania: Cluj-Napoca, Maramures, Turda

Para seguir con la aventura, decidí hacer autostop para llegar al siguiente destino y así comprobar si la hospitalidad rumana funcionaría o no.


1er tramo: Caminé un kilómetro largo hasta un punto que me dijeron en el hostal donde había varia gente haciendo lo mismo. Fui cronometrando los tiempos de espera por entretenimiento estadístico y esta primera fue de 42 minutos. Un anciano nos recogió a una mujer mayor, a dos jóvenes gitanos y a mi. La conversación no fue para nada bidireccional, ya que solo hablaba rumano y yo me limité a asentir y a decir a todo “da, da ,da...” Hicimos unos 50 km hasta una localidad próxima llamada Lugos.
2o tramo: Me dejaron en una intersección donde aproveché a comerme una hamburguesa en un bar de carretera y tuve la espera más larga allí, siendo de 53 minutos. Un tio muy simpático que hablaba perfectamente español me recogió y me contaba que él y sus tres amigos se dirigían a la piscina y que si les quería acompañar a su barbacoa. Adam, se llamaba, todo un genio, que me llamó a posteriori en un par de ocasiones para ver como iba mi viaje. Me dejaron en otro pueblo a otros 40-50km, Margina.
3er tramo: No tardé apenas 1 minuto en engancharme al siguiente conductor, esta vez una grúa que estaba parada en el sitio que me habían dejado. Un simpático personaje que hablaba italiano y que me hizo el recorrido más largo del viaje, unas 2 horas y media. Llegamos a una intersección en la localidad de Sebes, donde ya se encontraba la carretera que llegaba a mi destino.
4o tramo: 5 minutos fue la espera hasta que una furgoneta de obreros me recogía de nuevo para recorrer los últimos kilómetros del viaje. Uno de ellos hablaba un entrecortado inglés y el conductor simplemente asentía a nuestras conversaciones. Llegué a Cluj Napoca en menos de 8 horas finalmente (el tren y el bus hubieran sido más de 10 y mucho más aburridos).

No hice autostop por necesidad económica, sino por espíritu aventurero y darle un toque diferente y divertido. Experiencia fantástica que hace sin duda que me lleve una grata impresión de la acogida del pais carpático. Para ponerle la guindilla al pastel, según llegué al hostal, unos alemanes me ofrecieron amablemente un plato de pasta recién cocinado para cenar. Señores, no sé si me conformo con poco, pero no podía pedir más a ese dia tan intenso e increible.


El dia siguiente me levanté temprano con las pilas bien cargadas y salí a correr 40 minutillos para entrenar y conocer la ciudad al mismo tiempo, mientras hacía tiempo a que llegarán dos incorporaciones al viaje, Marcos y Juanfran directamente desde Madrid.

Dispondríamos, de nuevo, de coche de alquiler para recorrer Transilvania lo máximo posible. Vimos la ciudad de Cluj Napoca con los famosos Free Walking Tour y probamos el delicioso y calórico postre Papanasi.



Antes de empezar con Transilvania decidimos poner rumbo norte y echar un ojo a la región no tan turística, pero no por ello menos bonita, de Maramures. Es una zona montañosa muy famosa por su tradición en la construcción y la artesanía de la madera. Destacan sus iglesias ortodoxas de madera de 3 o 4 siglos de antigüedad consideradas patrimonio de la humanidad según la Unesco. Vistamos varias de ellas, pero no todas, dada su larga distancia entre ellas y nuestro limitado tiempo. Nuestra elección fue las situadas en Rogoz, Surdesti, Budesti y la cuarta no me quedó claro si era la de Desesti, Izei, Ieud o Barsana. Como apunte personal, he de decir que me parecieron muy parecidas a las iglesias vikingas de Noruega.






El lugar más famoso de la zona quizás es el conocido como Merry Cemetery en el pueblecito de Sapanta, que consiste en un peculiar cementerio con tumbas presididas con cruces y motivos en madera y con mucho mucho color. En cada tumba de hecho, cuentan alguna anécdota o historia curiosa o divertida del fallecido. En medio, está aún en construcción una gigantesca iglesia del mismo estilo que las anteriores pero muy colorida también. Es una forma menos triste de afrontar la pérdida de los seres queridos.


 

Acabamos el dia en la localidad de Breb, curiosamente un sitio que había visto meses antes en un programa de MaratónMan. Encontramos alojamiento rápidamente en la casa de una familia y decidimos unirnos a la fiesta en la casa de los vecinos donde celebraban una reunión familiar. Una cena muy divertida llena de vino y Horinka (el agua-ardiente local) que acabó con karaoke y todos bailando en círculo. Un abrazo a esa familia gitana que nos brindó una noche genial y sobre todo a la matriarca Eliana.


El viaje debía seguir, y tristemente dejamos atrás los Maramures en dirección sur con objetivo de ver una mina de sal en la ciudad de Turda. Sin ser quizás tan espectacular como la que hay en Krakovia, no deja de ser super curiosa dado que tiene un pequeño parque de atracciones y diversas actividades de ocio dentro de la propia mina. Toda una experiencia que nos hizo subir y bajar muchos escalones, montar en la noria e incluso remar en balsa en un pequeño lago salado dentro.



Aún queda mucho que contar de la experiencia rumana y del pais siguiente ( o fueron otros dos paises?)...

domingo, 25 de agosto de 2019

Romania: Constanta, Vama Veche, Bucharest, Timisoara

La idea del verano era de nuevo el Este de Europa y sobre todo conocer bien a fondo uno delos pocos países europeos que me quedan, Rumanía.

Volaría desde Alicante donde me fui dos días para aprovechar y ver a mi querida Amanda, la que conocí en Nepal, que estaba de voluntaria granjera por la zona. Entre tanto, Vela y mi hermano calentaban motores en el país de los Cárpatos viendo algo de Transilvania que yo visitaría más adelante. 

Una vez aterrizado en la capital rumana, los dos susodichos me recogieron en el aeropuerto y nos fuimos al mar directamente, concretamente a Mamaia, una línea de costa que divide el propio Mar Negro y el Lago Siutghiol y donde se encuentra la mayor concentración de discotecas y sitios para salir de toda Rumanía. En realidad es una zona de resorts colindante a la ciudad de Constanta, lugar que pateamos por la mañana, destacando sin duda su paseo marítimo y su gran Casino abandonado.




Y ahora viene la decepción. En todo sitio de fiesta veraniega que se precie se espera una masificación de gente y decenas de opciones para salir. Y así parece ser que es Mamaia (la Ibiza rumana la llaman), pero únicamente los sábados y domingos. El resto de dias de la semana es un sitio de playa tranquilo con absolutamente cero ambiente por la noche. Imaginad que fuimos a pasar las maravillosas noches de martes y miércoles. Dias, por tanto, de mucho relax y de algo de deporte playero es lo más que puedo contar.





El último dia de mi hermano y Vela sería completito. Decidimos bajar hacia al sur hasta la frontera con Bulgaria, a un pueblecillo hippie costero llamado Vama Veche. Sin ninguna duda, este lugar hubiera sido mejor opción desde el principio por su ambiente y precios, pero como alguien dijo, más vale poco que nada y pasamos una muy buena mañana de playa culminando con pescaitos fritos para comer.






Volvimos a Bucharest justo a tiempo para poder hacer el Free Walking Tour de la ciudad, a la vez que yo me ponía en contacto con una antigua compañera rumana de trabajo que al parecer estaba por allí. Elena y Theo hicieron aparición pues y nos dejaron muy amablemente darnos una merecida ducha en su hotel para poder quitarnos la sal y estar presentables para una noche larga de fiesta. No teníamos alojamiento dado que nuestros respectivos vuelos salían demasiado pronto para que pagar una noche de hostal mereciera la pena. Dicho y hecho, un pedo como un castillo por los garitos más que animados de Bucharest y directos al aeropuerto.


Mientras Miguelito y Vela volaban de regreso a España, yo cogía un vuelo interno para llegar a la ciudad del oeste de Rumanía, Timisoara. Por unos dias mi aventura continuaría solo. La llegada a Timisoara no diré que fue un camino de rosas. Llegué sin dormir, con resaca y sin poder hacer el check-in temprano. El hostal sin ningún tipo de ambiente no merece las mejores críticas y qué decir que mi compañero de habitación ganó la lotería con los chinches de la cama puagg :(

Al dia siguiente cambié de hostal, siendo todo un acierto, aunque estuviera más alejado del centro, con buen ambiente y sobre todo, limpio. Caminé mucho por toda la ciudad visitando los principales puntos de interés, la Piata Unirii, la exhibición de la revolución del 89, Piata Victoriei, Metropolitan Cathedral e incluso el museo del comunista consumista.





Como curiosidad también estuve en un bar que tiene un pequeño museo con reliquias comunistas en el desván. Tuve tiempo de entrenar junto al rio y caminar hasta el museo de historia de Banat,que no deja de ser un pequeño asentamiento de casas rumanas de hace dos o tres siglos. Para finalizar la visita en Timisoara decidí pasar la última tarde por la piscina municipal y refrescarme del intenso calor que azotaba Europa.





 La siguiente parada sería Cluj Napoca, al norte del pais, pero el viaje hasta allí merece contarlo en el siguiente post. Atentos:)