viernes, 2 de diciembre de 2022

On the road

El blog se centra mucho en los viajes internacionales, pero con la llegada a mi vida de la gran Minerva, ahora también son comunes las escapadas nacionales. Desde verano, la furgoneta ha recorrido miles de kilómetros y sin quejarse lo más mínimo.
Mis escapadas  express por toda la costa alicantina para sacar la tabla de paddle surf:







Mis invitaciones a bodas, ya sea por Madrid, por Granada o por la provincia de Ávila:







Visitas por la costa granadina en Salobreña a mi gran amigo Arash, donde tendrá su base de operaciones vacacional, y turisteo que mola por pueblos de la sierra como Lanjarón:





Incluso por los estudios del Oeste de Almería:




Y el último road trip por toda la comunidad de Andalucia que pasé por sitios tan diversos y pintorescos como Guadix, La Linea de la Concepción, Gibraltar, Jerez de la Frontera, Sevilla y Mérida:








Confirmando así, que España tiene un gran potencial cultural, histórico y turístico dificil de encontrar en otros sitios del planeta.

Y dentro de un mes volvemos a Oriente Medio.... que los viajes no paren!

Mi próxima cerveza va para ti Jörg:


viernes, 18 de noviembre de 2022

Senegal II: St Louis, Lompoul, Bandia

Mi vuelta a Senegal tras la aventura gambiana no dejaría indiferente a nadie. Nos habíamos planteado ir a la parte del sur del pais, pero las horas de transporte y la mala conexión aérea hizo que decidieramos ir al norte, dirección Saint Louis, al lado de la frontera con Mauritania.

Se me ocurren pocos viajes de pesadilla peores al que relataré a continuación, allá por el año 2008 en un tren en Polonia o ese autobús megahacinado de gente en Vietnam en 2015. Pero ojo a esto:

- 6:45 h salimos de Senegambia con el cochazo de Chao que nos deja en Banjul tras todos los abrazos de agradecimiento por esos dias inolvidables. De Banjul a Barra en el famoso ferry de la muerte, que ya fue algo menos traumático por tener la experiencia previa y por no hacer tanto calor. De Barra a Karang (frontera senegalesa) casualmente nos cogió el mismo tio que dias antes en laRserva de Fathala, esta vez sin pelearnos por los precios y sin malos rollos. Tras la frontera comenzamos a andar un rato para evitar el agobio de las estafas de los taxistas, adelantamos algún kilómetro en un carro tirado por un burro, y  estuvimos incluso más de 30 minutos esperando dentro de un autobús sin llegar a salir. Un hombre nos recogió en un Mitsubishi dejándonos en la localidad de Fatick, donde aprovechamos y comimos algo en lo que un dia fue la plaza central del pueblo. Desde el bar nos recogieron varias motos paradejarnos de nuevo en la carretera principal. Y desde allí un hombre mayor que veía más bien poco y que su hijo dormía en su regazo a la vez que conducía intento llevarnos lo más al norte posible, pero la ciudad de Thies fue su meta final a las 21:00 h. En definitiva 14 horas después apenas habíamos recorrido la mitad del trayecto que deseábamos, tras mil transportes y trayectos desproporcionadamente lentos.

El destino quiso que la ciudad nos acogiera en un hotel más o menos decente con una pastelería francesa que hizo su función para la cena y el desayuno posterior. El trayecto desde Thies a St. Louis, sin embargo, fue una maravilla que tras poco más de 2 horas nos encontrábamos en la ciudad colonial.




La ciudad más atractiva turísticamente hablando de todo el pais es sin duda St. Luois, situada en el norte del pais en su frontera con Mauritania en la costa atlántica. Paseamos por sus calles sin un rumbo fijo pero disfrutando de sus edificios coloniales muy poco conservados y de su amable gente. Vimos un partido de fútbol local en un estadio parecido a un patatal y nos dio tiempo incluso a unirnos a una clase de Zumba al aire libre.


La parte de la playa es muy parecido a lo que ya habíamos visto en Tanji en Gambia. Miles de cayucos que salen diariamente a buscar pescado para vender en los mercados o simplemente para subsistir. Allí conocimos a Habib, un hombre que con perfecto castellano nos contó como las mafias le habían prometido una vida de ensueño en Europa y le habían engañado para embarcarse en un cayuco destino Canarias. Eso si, por el desorbitado precio de 2000 dólares, teniendo en cuenta que una persona bien pagada en Senegal cobra en torno a los 100-150 euros mensuales. Tras 11 dias en el mar junto a 40 personas (y cadáveres) más, sobreviviendo con 30 kg de arroz y el pescado que ellos mismos pescaban sobre la marcha, llegan a Canarias. Tras meses allí, trasladados a Madrid y después de 60 dias en los Centros de Internamiento para Inmigrantes, 40 euros y a la calle. Sin papeles, trabajo, idioma y ningún tipo de recurso, esa gente vagabundea por las calles de España sin rumbo y comiendo de la basura, de la caridad o de los hurtos que a veces están casi obligados a cometer. Tras años de mendicidad, muchos como Habib deciden volver a sus paises de origen, donde al menos están con la familia y tienen un hogar, por humilde que sea.



La noche de St. Louis fue animada por un concierto del gran músico senegalés Elage Diouf, donde coincidimos con un grupo de españoles. Acabamos bailando los éxitos del rap africano en la discoteca Iguana, donde la clave es mirarse a los grandes espejos del lugar mientras bailas.


No nos podiamos ir del Africa subsahariana sin pasar por el desierto y decidimos que un vendedor de máscaras local nos llevara a Lompoul. Primero fuimos a su casa a comer con las manos una masa de arroz, pescado y limón que confirmó que nuestros dotes aventureros y nuestro estómago está hecho de otra pasta. Fathi, como se llamaba nuestro nuevo guía, consiguió unas buenas jaimas en un campamento dentro de las dunas de Lompoul, donde nos hicimos un gran reportaje fotográfico, surfeamos la arena del desierto y cenamos junto a una hoguera y un espectáculo de yembés.









A destacar nuestro vehículo todoterreno para llegar a las dunas, que parecía haber sido sacado de las películas de Mad Max.

El destino quiso que pasaramos a la vuelta de nuevo por la localidad de Thies, y comimos en nuetra querida pastelería francesa. Nuestro objetivo era llegar a la reserva de Bandía, ya muy cercana al aeropuerto para terminar allí la gran aventura africana. Reservamos un resort con piscina para poder relajarnos por fin y estar tumbados a la bartola una tarde.

Nuestro último dia antes de volar, visitamos el Lion Ranch, donde una decena de leones viven en un gran complejo e interactuan con los jeeps que les proporcionan comida. Claramente nunca antes había estado tan cerca de un felino de estas características. Impresionante. 




La reserva de Bandía en sí, decidimos no visitarla, por su encarecido coste y porque según nos informaron no distaba mucho de la fauna que ya habíamos visto en Fathala. Y en realidad, consejo parafuturos viajeros, Senegal o Gambia no son los paises más adecuados para los safaris de mamíferos (parece ser que de aves si).

Y con esto finalizaba nuestra primera incursión en el África negra. Atentos porque pronto se vendrán más cositas.