viernes, 22 de enero de 2016

Laos: Pak Beng, Luang Prabang, Van Vieng

Hay dos formas de descender el rio Mekong desde la frontera: el SpeedBoat, que consiste en una lancha motora de unas 6-8 personas y tarda unas 6 horas hasta la ciudad de Luang Prabang, o el SlowBoat, el cual elegimos, siendo una embarcación de popa larga de unas 30-35 personas y una duración de dos dias haciendo parada en el asentamiento de Pak Beng para dormir.




Las orillas y los paisajes que vas observando durante la travesia te dejan con la boca abierta dada su majestuosidad y belleza. también es verdad que 8 horas seguidas viendo bonitos paisajes, suponen que te habitues demasiado y vaya mermando tu sorpresa al cabo de las horas. Fue durante esos dos largos dias en barco, donde el grupo que viajábamos empezo a unirse cada vez más. Hubo siestas, muchas fotografias, risas y juegos de cartas.



La primera noche, como ya adelantaba, se para en un pequeño pueblo llamado Pak Beng, que no es más que una calle en torno al embarcadero y totalmente enfocado al turismo backpacker. Tan sólo lleno de guest-houses y restaurantes. Esa noche fue muy divertida con la aparición de unas gemelas canadienses de Quebec, con las que no paramos de bailar los éxitos de los 80 y 90 y nos terminamos incontables botellas del whisky local. La citada bebida está hecha de plátano y fue la debilidad del dueño del local, quien él mismo era su propia ruina, invitándonos y bebiendo sin parar y sin pagar un duro. Nos alojamos en la casa del dueño de ese bar, que por suerte cupimos todos sin problema.

El segundo dia en el SlowBoat fue un poco más de lo mismo, risas con la Big Family y paisajes espectaculares. En nuestra llegada a Luang Prabang no fue tarea fácil encontrar alojamiento para el gran grupo que éramos, teniendo así que dividirnos en dos casa de huéspedes muy próximas. Una pareja de alemanes que iban en el barco decidieron unirse a nuestros planes y Julie, por su parte, encontró a otras dos amigas de Francia y Bélgica que se incoorporaron también. Éramos ya unos 15 o 16 personas haciendo piña. Entre excursiones y demás, no nos podía faltar celebrar el cumpleaños de la que ya apodaban mi hermana pequeña, Valeria


La moneda local de Laos es el Kip, que tiene una valor aproximado de 8,000 por cada euro, así que por fin, después de tantos años, era millonario. Una maravilla sacar del cajero 2 millones de kips jajajaja.


La noche de Luang Prabang tenía una ruta bastante común, la cual seguimos a la perfección. Cenar por los mercados de la calle principal (buffets a 1 euro y medio señores :) ), ir a tomar unas copas al famoso bar Utopia, donde volví a ver, con mucha alegría, a mucha de la gente de Pai; y terminar en el uno de los sitios más bizarros en los que estuve, una bolera. Es el único sitio donde se vende cerveza hasta las 3 de la mañana, y los extranjeros lo han tomado como after. Coincidió también que era la noche de Halloween, por lo que hubo que entrar un poco en el juego y pintarse alguna brecha que otra. Una noche para recordar.



El siguiente dia lo pasamos por completo en las cascadas más increibles que he visto en mi vida, las de Kuang Si. Me impresionaron incluso más que la gran Skogafoss de Islandia. Echar un vistazo a los chapuzones que nos dimos:




Los demás dias en Luang Prabang se resumieron en buen rollo, dar vueltas por el pueblo y tomar cervezas a orillas del Mekong. El atardecer en el pequeño monte Phu Sy, que hay en el medio de la ciudad, es digno de ver, aunque suele estar lleno de chinos impertinentes.



En Luang Prabang también hay una cosa muy conocida que sucee a diario sobre las 6 de la mañana y es las ofrendas a los monjes budistas. Se ha convertido ya en una atracción turística, más que en una tradición milenaria. A decir verdad, yo no me levanté a contemplarlo, pero alguno del grupo me paso alguna foto:


La Big Family empezaba a romperse poco a poco, dividiendose cada uno en el camino deseado. Lo bonito de estos viajes, a la vez de triste, son los encuentros, despedidas y reencuentros de nuevo. Yo decidí seguir mi camino dirección sur con Andrés y Sarah durante 6 horas (sólo 180 km) hacia la ciudad de Vang Vieng.


En este trayecto en minivan, coincidimos con el embajador alemán en Etiopía, que viajaba con su hijo de 9 años en plan mochileros ambos y que me demostraron que se puede seguir soñando a todas las edades.

Llegamos a Vang Vieng, donde nos esperaban Raul y Haizea que habían llegado en el bus nocturno la mañana anterior, y buscamos un sitio para cenar. Por cierto, en esta parte de Laos, es bastante famoso el consumo ilegal de drogas, donde el propio vendedor está compinchado con la policia, e intentarán meterte en un buen lio. Conocí un israelí que tuvo que pagar 2000 euros, para evitar la cárcel por fumarse un simple porro a orillas del rio. Mirar que menús felices ofrecian los bares de la zona:


El segundo dia en Van Vieng, hicimos una ruta en kayac en el rio Nang-Som e incluso unos minutos del famoso tubing (los típicos donuts del Aquopolis) a través de una cueva.



A la vez que Raul y Haizea nos abandonaban y seguían rumbo al sur, Katy, Darius y Valeria reaparecerían para seguir de fiesta, esta vez en el Sakura Bar, también muy conocido por sus barras libres de whisky y ron completamente gratis (no es broma, yo estaba alli).

Otro dia hicimos una ruta en bicicleta, visitando dos cuevas de camino y culminando en el Blue Lagoon, donde pasamos casi todo el dia. La siesta que nos echamos Sara y yo, mientras el resto vistaban la cueva del Blue Lagoon, fue también espectacular a la vez de larga.

Sigan atentos a los siguientes posts, que aún queda mucho que contar. Y un placer haber sido parte de la Big Family....


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