jueves, 18 de septiembre de 2025

Norway 2025: Trondheim

Hace ya una docena de años que hice mi primera y única incursión en Noruega y era hora de volver junto a mi compañera de aventuras como anfitriona y dejándome llevar en un país que no te deja indiferente.

Primera lección, que hasta el día de hoy tenía algo confusa en mi cabeza, los países nórdicos no son exactamente lo mismo que los países escandinavos. Los nórdicos se refieren a los del norte de Europa siendo Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca, sin embargo, los escandinavos sólo se refieren a la península homónima englobando, por tanto, a Noruega, Suecia y Dinamarca.

Nuestra base de operaciones sería la ciudad de Trondheim, ciudad natal de Marianne y más concretamente el famoso barrio de Lade, donde nos alojaríamos cómodamente en su casa familiar. Situado en una pequeña colina de cara al fiordo, la casa tiene unas encantadores vistas a la isla de Munkholmen, usada como cárcel en la antigüedad.


El primer día tras el descanso del viaje fue destinado a pasear por los senderos de Ladestein, donde pasamos praderas y acantilados dentro del fiordo de Trondheim y donde me empecé a mentalizar de la gran afición por caminar de los noruegos.

El día después lo dedicamos a patearnos la ciudad en sí, pudiendo comprobar que se trata de una población bastante grande (la tercera del país) y con mucho encanto. El tiempo nos sonreía (y lo hizo durante las dos semanas) y las visitas fueron mucho más bonitas y coloridas. El centro histórico, la plaza central con el monolito de Olaf Tryggvason, el bryggen (puente viejo) que conecta las orillas del rio Nidelva con sus casas y comercios de colores, la Catedral de Nidaros (la situada más al norte de todo Europa), las casitas de pescadores de Ilsvikora e incluso el puerto donde disfrutamos de nuestra primera sopa de pescado. 

       

La siguiente caminata sería acompañados de sus padres por los bosques de Gronlia y el lago de Skjellbreia, a pocos kilómetros de Trondheim, y donde el sol seguía radiando fuerte afortunadamente y nada común por esas tierras.

Entre Lade y el centro de la ciudad, hay un asentamiento curiosísimo llamado Svartlamon, con un concepto parecido al de Christiania en Copenhagen. Casas, calles y negocios con decoraciones artísticas, moda okupa-punk y asentamientos de gente que vive de manera alternativa. Paseamos por sus calles e incluso compramos algún CD retro para escuchar en la aventura de los dias posteriores. Está frente a un gigantesco búnker de hormigón denominado Dora, construido por los nazis en el tiempo de la ocupación, que es digno de contemplar por la ingeniería masiva del lugar. 


Fuimos a cenar al Tyholttarnet (la torre de televisión), un restaurante giratorio situado a 75 metros de altitud (de los 125 que tiene la torre) donde se puede ver toda la ciudad con unas vistas privilegiadas.



Seguimos disfrutando de Trondheim un par de dias más, haciendo algunas compras, paseando por el Botanic Garden, haciendo fotos chulísimas de los atardeceres de Munkholmen y visitando amistades de Marianne. A destacar el enceuntro fortuito que tuve con una máquina del tiempo, el DeLorean.


       

El dia 6 de septiembre era muy esperado, ya que habíamos planificado desde hace meses, nuestra participación en los 10 km de la Maratón de Trondheim. Curiosamente lo llaman la "Milla Escandinava", una equivalencia que desconocía totalmente. Una pasada de carrera, con medalla final y la primera competición de la señorita Marianne.


Los dias en Trondheim fueron una maravilla, pero era hora de conocer más partes de Noruega, y tuvimos la suerte de que el tio de Marianne nos dejara su caravana, totalmente equipada, para hacer una rutita de otros 5 dias que ya contaré en el siguiente post.

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