jueves, 25 de enero de 2018

Napoli

Otra de mis ciudades europeas pendientes desde hace tiempo era Napoles y que mejor excusa que el Black Friday para comprar un vuelo por 38 € a la conocida ciudad italiana.

A excepción de la calle comercial Toledo del barrio español, el resto de la ciudad parece una auténtica fabela, inseguridad palpable, suciedad, y infraestructuras muy mejorables. Pero todo esto es lo que da personalidad a Napolés, y es lo que más me ha llamado la atención, siendo quizás la ciudad italiana más auténtica y original en la que he estado.


Hablo italiano con fluidez desde hace 10 años, pero he de reconocer que el dialecto napolitano es bastante dificil de entender, aunque no tuve problemas, ya que al interactuar conmigo hablaron siempre en un italiano más o menos estándar. Os pongo un ejemplo con este video, la canción de despacito, versión napolitana:



Esta vez, por ir solo y por ahorrarme una pelillas, tiré de Couchsurfing y así actualicé un poco mi perfil, que lo tenía un poco abandonado desde mi viaje a Tailandia de 2015. Fuí acogido en una casa en la que vivían 3 turcos y un italiano, que me hospedaron como un rey. En una calle en la que no entrarías solo por la noche cerca de la Piazza Cavour estaba el citado alojamiento, donde reconozco que me metí el móvil y la cartera en los calzoncillos en varias ocasiones. Pero ahí está lo interesante y la esencia jajaja. Me llamaron mucho la atención la cantidad de santuarios por las calles, donde recordaban a familiares fallecidos y variedad de pintadas con referencias claras a la mafia de la Camorra, aún muy presente en la ciudad.


El primer dia me pateé el casco antiguo donde se situan las pizzerias más antiguas y famosas de toda Italia y me apunté al tour explicativo de Napoli Sottoterra, donde se encuentran una serie de cisternas subterráneas que sirvieron de pozos, acueductos, baños termales y alcantarillado durante varias épocas por toda la ciudad. Sirvieron incluso de refugio contra los bombardeos de la II Guerra Mundial que sufrió la metrópolis.

Animé a mis anfitriones a salir a tomar unas Peroni y unos Sambucas por los alrededores de la Piazza Bellini, donde el botellón es deporte nacional y el caos ocio-nocturno hace aparición. La resaca del dia siguiente postpondría la visita a la antigua ciudad de Pompeya un dia más. Asi que me dediqué a pasear por el Quartieri Spagnoli e ir al paseo marítimo donde se situan dos castillos, el Castel Nuovo y el Castel dell'Ovo. Hice lo inevitable en honor a uno de mis ídolos futbolísticos y me compré una camiseta (más falsa que Judas eso si) clásica de Don Diego Armando Maradona en su etapa gloriosa en el Napoli.


Esa segunda noche, fue mucho más tranquila, cenando en la gran Pizzeria de Antonio e Gigi Sorbillo, abierta y repleta, generación tras generación, por una familia que en su totalidad son pizzeros. En la Via dei Tribunali, hay decenas de estas pizzerias antigüas, que merecen ser visitadas.


El dia después, si que sería el momento de ver Pompeya, aprovechando además el sol que rompió dos dias seguidos de lluvia. Una de las ciudades romanas antigüas más grandes y mejor conservadas en la actualidad. Fundada en el siglo VII a.C. y enterrada por la erupción del volcán Vesubio en el 79 d.C Sus avenidas, plazas e instalaciones dejan adivinar el gran avance tecnológico y social que poseian los romanos hace más de 20 siglos. Visitando las ruinas, literalmente, te puedes tirar dias, pero a mí me bastó con 3 o 4 horas para hacerme una idea. Los dos teatros, en perfecta conservación son impresionantes.






También había visto por internet un impresionante mural en el lateral de un edificio con la cara de Maradona y que tenía mucha curiosidad por ver. Me costó bastante dar con la ubicación exacta y los avisos no eran muy agradables, recomendando no ir solo al barrio en cuestión por su dudosa seguridad. Todo esto, como es de suponer, aumenta mi curiosidad, y así es como a la vuelta de Pompeya, me dirigí al susodicho mural, andando más de 20 minutos desde la parada más cercana. Aunque el barrio no era lo más bonito y seguro del mundo, la verdad es que no tuve ningún problema, y es más, conocí a otra turista imprudente con la misma misión que yo: hacer la tan ansiada foto de esta obra de arte.


Una chavalita argentina (como no podía ser de otro modo) que resultó muy simpática y una absoluta fan de Diego, con la que comí y pasé parte de la tarde buscando más lugares con la huella del astro del Boca. Ya por la noche, acabamos tomando Peroni juntos y con gente de su hostal.



El dia siguiente lo dediqué a ver una exposición de Napoli (con gran parte dedicado a Diego por supuesto) en el Museo Arqueológico y luego fui en busca de un curioso bar, donde conservan uno de sus rizos y le tienen un pedestal para seguir alabándole. 
Tuve tiempo incluso para seguir entrenando y me fui al parque del Capodimonte donde se encuentra un bonito museo y desde donde se puede divisar toda la ciudad de Nápoles. Visita turistico-deportiva :)




El viaje no dio para más. Pero pocas horas pasarían después para recibir una visita muy especial en Madrid y poner rumbo a otro destino.

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