martes, 6 de septiembre de 2022

Road Trip VI: Zermatt, Interlaken

Tras la ciudad de Lucerne, estuvimos conduciendo varias horas por el centro del pais dirección sur por unos paisajes de escándalo y unas carreteras serpenteantes entre lagos, montañas y granjas. La granizada que nos cayó en Acquafraggia hacía dias fue la responsable de que el faro trasero de mi furgo pareciera ahora un depósito de agua. Hubo que hacer malabares para desmontar todo el faro e intentar sacar el agua de alguna manera. 



Para no darnos el palizón decidimos descansar a medio camino en el pequeño pueblo de Brigerbad, donde Marcos y Jessica dormirían en un camping, mientras yo lo haría a pocos metros en un pequeño bosque lleno de pinos.


Uno de los puntos más esperados del viaje era ver el archiconocido pico del Matterhorn (o Cervino en italiano), presente en las cajas del chocolate Toblerone. Para ello, nos desplazamos al pueblo de Täsch, donde dejamos los coches y cogimos un taxi que, en apenas 10 minutos nos dejaba en la localidad de Zermatt. El pequeño pueblo es el sueño de todo montañero: cientos de tiendas de equipamiento, cafeterias para beber tu té caliente, y un empedrado de calles en un paisaje de pelicula. Desde muchas calles de la ciudad se puede ver el famoso pico, siempre y cuando te pille un dia despejado de nubes, que desgraciadamente para nosotros, eso no ocurrió y solo veíamos una gran masa blanca encima de la montaña.





Hicimos tiempo paseando por el pueblo sin tener mucha suerte en cuanto a las nubes se refiere. Hay varias opciones para subir al pico o para hacer rutas de senderismo por infinidad de caminos. Nosotros decidimos coger el funicular hasta la estación de Furi y hacer una ruta circular desde allí que nos llevaría apenas 1 hora y media. El tiempo era agradable pero la dichosa nube no quería dejarnos ver la gran cima, por lo que tuvimos que abandonar la idea y seguir nuestro camino.
Una de las cosas que más me llamo de la ciudad fue la cantidad de cementerios con escaladores que habían fallecido intentando alcanzar la cima.




Volveríamos a los coches para llegar a un pueblo llamado Innertkirchen donde dormiríamos en un camping en medio del pueblo, que hablando con la señora con lo tarde que era y lo poco que ibamos a estar, al final nos lo dejo por cuatro duros. Un vendaval de nuevo azotó la furgoneta por la noche, pero sigo diciendo que se duerme mucho mejor con el sonido del peligro.



Nuestra siguiente parada sería el pueblo de Interlaken, que como su porpio nombre indica es un asentamiento entre dos lagos. Visitamos la ciudad, que en mi opinión tiene poco que ver, a excepción de un Casino y varios canales y puentes. Comimos en el famoso Hooters, vetado por España hace unos cuantos años por los indecentes uniformes de sus camareras según nuestras instituciones. En las montañas de Interlaken existen unos senderos justo en la cresta donde se pueden observar los lagos y el paisaje por ambos lados de la cornisa, pero una vez más, si el tiempo lo permite.




Estaba despejado en un principio por lo que empezamos una caminata hacia arriba de más de 2 horas hasta la cumbre de Harder Kulm, pero el destino quiso que otro tormentón de buenas proporciones nos arruinara cualquier tipo de vista. A decir verdad, Marcos y Jessica desistieron a mitad de camino (la salud de Marcos aún no era la mejor), pero yo me empeñé en seguir a pesar de la lluvia intensa y llegué con extenuación pero muy feliz de mi logro.



El viaje continuaría hacia la capital del pais, pero dejémoslo para  el último post del viaje. 

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