Dejando atrás a Marcos y Jessica, me volví a adentrar en las montañas de Suiza con el objetivo de llegar a un territorio más que curioso, el Principado de Liechtenstein. Siendo el sexto pais más pequeño del mundo, no me dejó para nada indiferente, disfrutando de sus pueblos y paisajes.
Como datos curiosos sobre el pais, a parte de su reducido tamaño de escasos 25 kilómetros de norte a sur, destacaría que no tiene aeropuerto alguno, ni ejército, que tiene una población de 37.000 personas y que el ratio de género es de 3 mujeres para cada hombre. Dato muy a tener en cuenta, éste último, siendo un treintañero soltero :)
Entré por el sur del pais, empezando mi visita en la población de Balzers, donde el imponente Castillo de Burg Gutenberg conquista toda la atención. El bonito enclave está acompañado también de una iglesia gótica con un cementerio a los pies de la colina del castillo, lugar tranquilo y mágico que no dejó duda alguna de donde pasaría esa noche. La visita por el interior del castillo no fue posible porque se encontraba cerrado temporalmente al público.
La lluvia estuvo presente intermitentemente durante todo el dia, pero respetaba lo suficiente para poder continuar con la visita. Pasé por el siguiente pueblo llamado Triesen, donde entré en el McDonalds hasta en 3 ocasiones para aprovecharme de su wifi, hasta que descubrí que, a diferencia de Suiza, Liechtenstein si que permite el roaming gratuito europeo con Yoigo.
La capital del pais es Vaduz, donde se encuentran la mayoría de reclamos turísticos del microestado. Mi primera parada fue el Old Rhin Bridge, un puente de unos 150 metros de largo construído con madera en su totalidad, siendo el único de este tipo de todo el rio Rhin y que conecta en sus dos orillas la ciudad suiza de Sevelen y la capital de Liechtenstein.
En todas las guías aparece un edificio como indispensable, la Red House, una casa con estilo germánico medieval, que a mí particularmente no me pareció nada del otro mundo.
El Castillo de Vaduz, sin embargo, es un lugar que merece la pena de fotografiar. Por fuera, eso sí, dado que es la residencia oficial del Presidente del pais, y por ello tiene un uso y disfrute privado. Creo recordar que lleva siendo el hogar de la familia real de Liechtenstein desde hace 900 años.
Más tarde, me dirigí al centro de la ciudad, donde hay una catedral muy bonita y unas calles peatonales perfectas para pausa para café o derivados. El Parlamento se encuentra en un edificio muy curioso que los locales llaman Toblerone por el parecido arquitectónico con los triángulos de chocolate.
Había unos stands de promoción del turismo en la ciudad, donde me atendieron de maravilla y me dieron varios souvenirs, refrescos e incluso fruta fresca y tarta. Me hicieron una foto para sus carteles publicitarios e incluso me aconsejaron mi última parada del dia en el pueblo más al norte.
Esta última parada fue en Freizeitanlage Grossabünt, siendo un complejo lúdico-deportivo que tenía un pequeño lago apto para el baño con unas vistas brutales y totalmente gratuito.
La noche en la furgoneta junto al cementerio con una tormenta de verano y relámpagos sobre el castillo e iglesia fue realmente acogedora.
El viaje continuaría recorriendo Suiza, pero con ésta última incursión territorial, me ponía en la cifra de 61+2 paises visitados. Madre mia, lo que da de si Europa. :) El mapita cada vez más verde: