Mi obsesión por conocer nuevos territorios sigue intacta con el paso de los años o incluso se acentúa cada vez más. Las vacaciones de Semana Santa me dejaban 8 dias con infinidad de posibilidades, por lo que la búsqueda en skyscanner fue intensiva, con ideas como Beirut, Túnez, Malta o Finlandia, pero una vez los precios de Ryanair vencieron la batalla y me decanté por la opción más barata.
Los vuelos serían Alicante - Agadir - Pisa por 4 y 5 euros respectivamente y luego vuelta desde Bergamo por otros 35 euros. Lo gracioso empieza en el propio aeropuerto de Alicante cuando me comunican que para volar a Marruecos se debe portar una PCR negativa, medida de carácter novedoso impuesta una semana antes al vuelo y junto a la vacuna, aunque solo sea para hacer un cambio de avión y pasar escasas 2 horas en la terminal. Me indican que hay un laboratorio en la propia terminal que por 100 euros me realizan el dichoso test y empiezan mis momentos de duda.
Lo bueno de no planificar nada, es que los contratiempos no son ningún drama y pasan a ser parte de la aventura. Decidí no volar ante tal abuso sin justificación o criterio racional alguno y perder los 9 eurazos de los vuelos. Encontré otro vuelo al dia siguiente temprano por la mañana directo a Roma por unos 70 pavos, que pagué mucho más convencido. Al final no perdía apenas tiempo del viaje, ya que me ahorraba una noche de alojamiento y llegaba pronto por la mañana.
Situándonos entonces, el destino sería Italia, visitando ciertas zonas no conocidas aún. Tras un viaje en coche, avión, tren y autobús interminable, llegaba a la ciudad medieval de Siena, que me habían recomendado en varias ocasiones todas mis amistades italianas. Una maravilla de lugar amurallado y digno de ser uno de los más visitados de toda la Toscana, junto a Florencia.
Me pateé todas sus calles viendo la Fortezza Medicea, la impresionante Piazza del Campo, el Palazzo Salimbeni, el cementerio monumental de Misericordia, todas las puertas medievales que daban acceso a la ciudad antigua (Pispini, Tufi, Ovile, Camollia, Laterina, San Marco), la Fontebranda...
La mañana de después la dediqué a la visita al majestuoso Duomo, entrando incluso en su Cripta y en el Campanario, donde se apreciaban unas vistas irrepetibles de 360º de todos los tejados de Siena y la vasta llanura de la Toscana.
No pude esperar mucho para empezar con la gastronomía italiana a ritmo de Margerita y Gelatto.
El viaje continuaría con un destino algo inusual, en trenes y buses pasando por Firenze Villa, Firenze Centrale, Faenza y Rimini. La tarde prometía cuando empezó a llover a mares y me encontraba en la parada de autobús para el último tramo del recorrido para llegar a la Serenisima República de San Marino. Conocí un iraní que ostentaba un número de paises visitados dificiles de alcanzar (más aún si cabe con pasaporte de Irán, el cual no es bienvenido en varios paises del mundo o requiere de una burocracia brutal). Omir, que así se llamaba mi nuevo acompañante, visitaría conmigo su país 101.
Un pais curioso donde los haya, poseyendo unos datos muy curiosos cuanto menos:
- Microestado independiente enclavado en Italia (solo hay 3 estados enclave en el mundo) de unos 33.000 habitantes tan solo. Es el quinto pais más pequeño del mundo.
- No pertenece a la Unión Europea, aunque sí acuña el €uro, siendo sus monedas las más preciadas por su escasa cantidad.
- Es el Estado más antiguo del mundo, siendo independiente desde el año 301 d.C. y sus fronteras no han sido modificadas desde hace más de 500 años, siendo por ello también el pais con las fronteras intactas más antiguas del mundo.
Llegar desde Rimini a San Marino en transporte público es bastante sencillo. Existe un solo autobús que conecta las dos ciudades en un trayecto de apenas 45 minutos y que me dejaría en la puerta de un Hostel a las afueras de la ciudad antigua. Al estar lloviendo, pasé lo que restaba de tarde hablando de miles de lugares con Omir en el citado hostal. Un sitio muy curioso este hostal también, ya que se encontraba en la planta superior de una discoteca semiabandonada, que le daba un ambiente bastante tétrico.
El dia siguiente reservado a visitar toda la ciudad de San Marino, siguió lloviendo, pero eso no nos paró los pies ni a Omir ni a mi, que decidimos patear las empinadas calles medievales de este microestado montañoso, sin llevar ni tan siquiera un calzado decente. En la ciudad se localizan imponentemente 3 torres que custodian el interior de la muralla con unas vistas que no pudimos contemplar dada la densa niebla que tapaba el panorama. El Parlamento se reúne en un edificio gubernamental llamado Palazzo, donde dos de sus Carabinieri nos dejaron ver su interior amablemente, aunque estuviera cerrado por la sesion plenaria que estaba aconteciendo.
Visitamos el Castello, el Museo de las curiosidades (nada especial) y nos alimentaríamos del plato típico del lugar, la Piadina, en sus decenas de formas e ingredientes.
El viaje seguiría por la costa de Rimini, pero lo dejaré para el siguiente post :) que intentaré postear lo antes posible, porque si no, se me va a acumular el siguiente destino. Y con la chincheta de San Marino, ya haríamos 59 paises y 2 territorios no reconocidos visitados alrededor del mundo!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario