sábado, 21 de enero de 2017

Vietnam: Ho Chi Minh, Phu Quoc

El transporte en Vietnam es una cosa de locos si tu opción es el bus local o furgoneta. He sufrido ya varios viajes enlatado como una sardina y con unos retrasos brutales. En la ciudad que estaba, había aeropuerto y me dio por mirar los vuelos hasta la potente Ho Chi Minh City y salian por 19 € y en cuestión de 45 minutos. Sé que el avión contamina mucho más, pero me decanté por la opción más cómoda en vez de tragarme 8 o 10 horas.

La gran Saigón me esperaba con sus miles de motos creando el mayor caos automovilístico que he presenciado. Era una parada de rigor y practicamente fugaz, ya que el año anterior había tenido la oportunidad de patear la urbe en compañia de Katy.


Dediqué mi tiempo a cenar y tomar birras con la gente del hotel, arreglar mi reloj en los puestos callejeros y ver en los parques como entrenan a la indiaca. Destacaré el Museo 3D de Artinus al que dediqué toda la mañana del dia de después. Fotos tan chulas como estas:


 
 
 

Por cierto, ayuda para futuros viajeros, Vietnam en casi todo su territorio tiene una especie de Uber de moto taxis llamado GrabBike que es baratisimo. Os pongo en contexto: 80 céntimos desde el centro al aeropuerto, unos 45 minutos de trayecto.


Elegí de nuevo el avión como medio de transporte para dirigirme a Phu Quoc. Es una isla situada en la costa camboyana pero que pertenece a Vietnam. No es que decidiera ir aqui por un motivo en concreto, pero ayudó bastante que mi amigo y ex-compi de piso Matteo y toda su familia checa estaban de vacaciones por alli. Casualidades que tiene la vida.



Conocí a Olivia en el aeropuerto, una chica holandesa profesora de inglés en Vietnam y que casualmente también se alojaría en el mismo hostel que yo. Asi de fácil la cosa fluyó y fluyó, que estuve una semana entera disfrutando de la playa y de mis amigos.

Muy buenos momentos en el cumpleaños de Veronika, los viajes en Scooter por toda la isla, las mariscadas y los restaurantes indios, los escorpiones salvajes, la visita a la antigua cárcel, alguna pequeña cascada e incluso otra infinity pool a orillas del mar.

 
 

 



La isla en sí, es bastante grande y tiene varios lugares dignos de ser visitados. El alojamiento queda algo más limitado a la parte que está entre el aeropuerto y la población de Le Bat, donde están todos los resorts y la única playa limpia, que es donde pasamos la mayor parte del tiempo. Una pequeña crítica aquí a los propios vietnamitas, que son ellos (y no todos los turistas) los que pasan del reciclaje y de la recogida de basura.

Hay una pequeña isla deshabitada en el norte conectada a tierra por un puente hecho de bambú donde pasamos una mañana muy agradable con una familia local y su travieso hijo :)


 


La locura de la frontera camboyana será contada en el próximo post, pero no puede resistirme más a dejaros el video-resumen de todo el viaje. Go Pro, Go Go!!!

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