Tras despedirme de la espectacular ciudad de Bagan y comprarme un libro muy adecuado a esos dias ("Giorni in Birmania", si, lo encontré en italiano), Tobi y yo nos trasladaríamos a Mandalay, no sin ello despedirnos de nuestra compañera de viaje los últimos dias, la increible Nana.
Al llegar, la ciudad me recordó mucho a Chiang Mai, aunque bastante más grande, sería supongo por el cuadrilatero central que daba forma a la metropoli. Esa primera noche, la dedicamos al poco ocio que hay en el pais, es decir, unas cervezas y un masaje birmano (decepcionante si lo comparas con los thailandeses).
El dia siguiente, Tobi me abandonaría en su vuelta a Malasya y yo decidí andar aleatoriamente por la ciudad. Complete el cuadrilatero central (2 km por lado, 8 en total por tanto) donde se situa el Palacio e incluso me dio por visitar el zoo de la ciudad, en un acto de curiosidad si los birmanos trataban mejor a los animales que en Europa y pude constatar que me equivocaba ;(
El dia siguiente contraté un motorista para que me enseñara los alrededores. La idea inicial fue alquilar la moto por mi mismo, pero no disponian de scooters automáticas y decidí llevar chófer. Aún asi, creo recordar que me costó 12,000 kyats el dia entero (unos 10 euros). Mi excursión mereció totalmente la pena visitando para empezar la pagoda de Sagaing, en la cual se veia una vista espectacular.
Segunda parada fue en la ciudad antigua de Inwa, a la que tuve que acceder por barca para cruzar uno de los rios. Comí en un restaurante algo lujoso a orillas del rio y empecé a andar a posteriori evitando los paseos en burro o a caballo que los locales ofrecian. Tuve la oportunidad de jugar a un juego de chapas y cartas con unos campesinos y obviamente perder algunos céntimos por tan siquiera comprender las reglas del maldito juego. Caminando por los campos de maiz, conocí a unas francesas con las que pasaría el resto del dia.
El anochecer fue contemplado desde el puente de Anarapura, que era la tercera parada de mi pequeña excursión y se amenizó con algún batido de coco que otro.
Con las referencias del hostal de las chicas francesas en mano, decidí acompañarlas a cenar allí. Me iría esa misma noche en un bus nocturno, por lo que hice un pequeño viaje en moto para recoger mi mochila de mi hotel primeramente. Tiffany, una de las chicas, volaría el mismo dia a Bangkok que yo y decidimos coger un hostal juntos con para unos dias posteriores con el único requisito que tuviera piscina, y lo logramos!
La última fase de la parte birmana de mi viaje se localizaría en Yangon, que para llegar allí cogí un autobus nocturno y para llegar al hostal por la mañana, un birmano muy amable me ayudó y acompaño con un taxi, ahorrandome unos pocos kyats de turista inexperto. Después de descansar ligeramente por la mañana, visité la Sule Pagoda, el Sky Buidling, el Estadio Nacional y los alrededores de la estación de tren, que tenía la típica arquitectura de las colonias inglesas africanas de los años 20. De forma espontánea y bastante original decidí ir al cine a ver Doctor Frankestein, que fue una basura, pero que me gustó la experiencia, por ser el único extranjero, por haber pagado apenas 1 euro, por ver con gran sorpresa que la ponian en versión original y lo más impactante de todo, ver como se ponia la sala de pie para cantar el himno de la nación antes de que la película empezara.
El siguiente dia conocí en el hostal a Valentina, una chica belga con la que tuve el placer de ver y patear toda la ciudad durante más de 7 horas. Vimos la págoda Shwedagon (por fuera), el lago de Kandawgyi y comimos en un gratificante buffet donde seríamos nosotros mismos los encargados de cocinar. Culminariamos el dia en un pequeño bar situado en un ático a base de mohitos donde nos juntamos con otras 3 amigas belgas y un grande del panorama brenense que casualmente estaba por Myanmar, el italiano Alessio.
El dia siguiente fui a visitar por dentro, esta vez si, la gran págoda de Shwedagon, que es la más grande de todo el sureste asiático. Realmente impresiona su luminosidad y sobre todo su magnitud. Por último gocé de una tarde soleada en el parque Sule con Valentina y compañia y me despediría de tan increible pais con dirección de nuevo a Tailandia.
Y pido perdón por dos cosas: la tardanza en las publicaciones, pero es que con un hombro dislocado y el brazo en cabestrillo, la escritura es lenta y difícil; y por la escasez fotográfica, pero es que las semanas pasaban y empezaba a darme cuenta que prefería vivir la experiencia con mis retinas en vez de hacer tanta fotito :)