Pues como ya adelantaba en el post anterior, crucé a Italia para pasar la noche en un camping en Levanto. Mi furgoneta me decía que había atravesado 4 paises en menos de 3 dias :) Desde este punto, mi objetivo sería visitar las archiconocidas Cinque Terre, que básicamente son cinco pueblos costeros muy pintorescos y parecidos en su arquitectura que distan pocos kilómetros entre sí y que se pueden recorrer de varias maneras.
Los cinco pueblos están situados entre las localidades algo más grandes de Levanto y La Spezia y si se nombraran de norte a sur, llevarían este orden: Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore. Todos están conectados entre sí via tren y por caminos muy apetecibles para el senderismo.
Se compra un billete turístico en cualquiera de las estaciones que vale para todo el dia y que permite los desplazamientos ilimitados. Cuesta unos 15€creo recordar, pero algún descuento que otro seimpre se puede rascar si estás en posesión de carnet de estudiante (bendita Escuela de Idiomas)
Mi recorrido empezaría con tren hasta el pueblo más al sur, Riomaggiore. Allí pude disfrutar de un largo paseo por sus estrechas y empinadas calles, y por supuesto un baño tranquilo en las costas del Mar de Liguria. Las fachadas de colores de sus casas y las calles sinuosas y empedradas, hacen que el lugar sea mágico y muy recomendable.
Actualmente, los senderos entre Riomaggiore, Manarola y Corniglia se encuentran cerrados por mantenimiento, y la única manera de desplazarse es mediante el tren, por tanto al siguiente pueblo llegaría en cuestión de 5 minutos. Manarola, en mi opinión, es, si cabe, más bonito aún. Disfrute de un helado mientras visitaba los entresijos del pueblo y el bullicio de turistas empezaba a ser más y más visible.
Como ya he dicho, el siguiente pueblo solo era accesible por tren también y así llegaría a Corniglia, donde empecé a sufrir el intenso calor que azotaba la zona. Comí tranquilamente y seguí la caminata por todas sus calles.
Aunque el sol y el calor eran muy fuertes, decidí que al menos uno de los tramos tenía que ser a pie, por lo que hasta Vernazza llegaría tras 1 hora caminando por los acantilados. Allí recuerdo tomarme una coca-cola fabulosa tras la extenuación de las altas temperaturas y disfrute de otro baño en su concurrido puerto.
A Monterosso, el último pueblo, llegué con el tren al final de la tarde. Es quizás el pueblo menos atractivo en cuanto a vistas pintorescas se refiere, pero también tiene su encanto. La playa es la más grande de todas y estaba hasta arriba de sombrillas y tumbonas. Al final de todo el pueblo en la propia playa, se puede ver una estatua gigante esculpida en el propio acantilado digna de reportaje fotográfico.
Mi vuelta al camping de Levanto sería tras haber recorrido más de 33.000 pasos y de sudar más de 2 litros. La segunda noche con comodidades de ducha y bar eran más que merecidas.
Quedaba poco para mi entrada en Suiza, y quedé en esperar a Marcos y a Jessica en las inmediaciones del Lago di Como, ya en el norte de Italia, zona más que conocida por mí cuando estuve viviendo por allí. Tal fue la morriña que me dio, que en el trayecto decidí pasar por Seregno, la localidad lombarda que me acogió durante medio año allá por principios de 2009. Aparqué cerca de la estación de tren, la cual había pisado cada fin de semana en aquella época para recorrerme media Italia, y tracé el mismo recorrido a pie que realizaba para llegar a la casa de Steffano y de Franca, los jefes de la empresa con los que conviví. Era un órdago bien grande llegar y tocar el timbre de la casa, pero las cosas inesperadas son las más bonitas de la vida, por lo que lo hice. Cual fue la cara de asombro e incredulidad de Steffano cuando tras más de 13 años sin tener nada de contacto, aparecía yo, algo más viejo y viajado, pero con la misma ilusión. Me invitó a un café mientras Franca llegaba de la compra y nos actualizamos un poco la vida entre risas y lágrimas de felicidad. No hice ninguna foto del momento, pero el recuerdo de dicho encuentro creo que no lo olvidarán en mucho tiempo.
Continué el viaje un poco más al norte y también pude encontrarme con mi querida Sara en el Lago di Como. El mismo tiempo había pasado que el encuentro anterior, pero tras los cuatro abrazos iniciales, parecía que no había pasado ni un mes desde la última vez. Aperitivo a orillas del lago, en un local muy chick. Grande Sara e grazie mille per tutto di nuovo!
Dormí en el aparcamiento de un parque cercano a Como y pasé todo el dia siguiente por los pueblecillos de Torriggia y Laglio, algo más al norte pero siempre a orillas del lago. Un poco de running, chapuzones en el agua y siestas tomando el sol, hicieron un dia perfecto de relax antes de conocer un nuevo pais.
Puede que sea el post más largo que he escrito en muuucho tiempo, pero es que hay tanto que contar y visitar, que los posts se hacen infimamente cortos. Seguiremos el relato proximamente ;)