martes, 20 de diciembre de 2016

Singapore, Malacca, Kuala Lumpur

Si. De nuevo Asia me atrapó con sus encantos y sus peculiares formas de entender la vida. Un mes y medio dandome un paseo por Singapur, Malasia, Vietnam y Camboya que contaré en los siguientes posts, que espero terminar antes de que acaben las fiestas.
A principios de noviembre aterrizaría en Singapur, donde  me recuperaría del jetlag con un coleguita que conocí en Bosnia el verano pasado y que me invitaría a dar una vuelta por la lujosa ciudad en su BMW descapotable y cenar mi primera Noodle Soup de la temporada.


Poco más que contar del microestado asiático ya que el dia siguiente, sin mucha más demora, cogería un bus con destino Malacca, Malaysia. La ciudad en cuestión fue una antigua colonia inglesa, holandesa y portuguesa, y esa mezcla la ha hecho poseer un encanto peculiar.

Fueron dos dias de pasear por la Jonker Street y el mercado nocturno. Empezaron las primeras amistades del viaje, con dos chicas alemanas con las que coincidí en el bus desde Singapur, con un chico marroqui-italiano y una chilena-inglesa. A parte de hincharnos a comer mis primeras degustaciones asiáticas y algún pasteis di nata portugués que otro, pasamos mucho tiempo en el hostal viendo a Russel Peters, ya que el monzón de vez en cuando pegaba fuerte.


Tras dos dias en Malacca (o Melaka) fue momento de seguir rumbo norte hacia la capital del pais, Kuala Lumpur (o también conocida por KL). Las dos alemanas decidieron seguir mis planes e incluso el alojamiento, por lo que fuimos juntos hacia allá. Teníamos decidido explorar la selva de Taman Negara más tarde, y la chica chilena, Steffani, también se uniría un par de dias después.

Lo primero que hicimos nada más llegar a la ciudad y dejar las mochilas en el hostal, fue caminar desde China Town hasta las majestuosas Torres Petronas. Las vimos desde fuera, nos hicimos cientos de fotos y terminamos la tarde con una cerveza en el Helli Bar, un helipuerto cercano al complejo de las torres que al anochecer se convierte en un bar con vistas espectaculares.






No podía faltar tampoco una excursión al norte de la ciudad donde se encuentran las famosas Batu Caves, con la comodidad de tener conexión directa via metro. Después de esquivar la infinidad de monos de los alrededores vimos la empinada y larga escalera que conducía a las cuevas. Una pena sin embargo no poder ver bien el Budah dorado de la entrada, por estar en obras de mantenimiento.




Un curioso templo se alza dentro de la gran cueva, que abierta en su parte superior deja ver una vegetación y unas vistas increibles. A medio camino de las escaleras también está la Dark Cave, la cual no entramos por vagueza, por falta de dinero y cansancio.

A la vuelta al centro de la ciudad y con la llegada programada de Steffani, empezamos a mirar excursiones a la selva tropical de Taman Negara, un poco más al noreste de la península. Fue una pena no poder pillar el pack donde entraba dormir una noche en una de las cuevas, porque nos dieron varias escusas sin saber muy bien al final si ciertas o no. Nos dijeron que habían visto tigres cerca, que por la lluvia era peligroso o directamente que la empresa ya no hacía esa excursión. El caso es que eso no nos detendría para hacer otra variante de dos noches por allí, pero que ya contaré en el siguiente post.

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