martes, 25 de marzo de 2025

Minerva

No suelo publicar viajes que no impliquen coger un avión, pero últimamente he vuelto a conectar con el rollito camper y a usar mi preciosa furgoneta Minerva para descubrir nuevos sitios en este invierno pasado por agua.

Nueva incorporación también como compañera de aventuras, Marianne, con la que he tenido el placer de recorrer varios lugares de las provincias cercanas. 

Varias rutas por el norte de Alicante y por la zona de Orihuela han sido recorridas con éxito. El Cabo de Gata de Almería ha sido también punto de pernocta en dos ocasiones, en sitios como Las Negras o la Isleta del Moro. Explorando Almería, la furgoneta nos llevó también al Oasis MiniHollywood donde se ruedan películas del Oeste, y descubrir bares tan molones como el de la Ruta 66. Más cercano a casa, también hemos visitado las playas de Calnegre y la famosa Batería de Castillitos. 


En el último viaje, nos fuimos hasta la ciudad de Granada, para patear la calle Elvira y ver la Alhambra desde todos los miradores posibles, con tratamiento Hamman incluido. Tras la ciudad nos fuimos a los pueblos blancos de Sierra Nevada, como Lanjarón y el curioso pueblo de las brujas, Soportújar. 


Pernoctamos en lo alto de las montañas a puertas de un centro de retiro y meditación budista, que con ayuda del saco de dormir fue una de las noches más especiales y diferentes.


Y con este kilometraje, los meses frios son más llevaderos a la espera del próximo país, que será en poco menos de dos semanas y que será el penúltimo de la lista para completar toda Europa....madre mia... 4º pais más pequeño del mundo

Se me olvidaba la isla de Tabarca, que aunque fue meses atrás y sin furgoneta, merece la pena pasar un dia entero por alli.


martes, 25 de febrero de 2025

Budapest 2025

El nuevo 2025 empezaría de la mejor manera posible, haciendo un viaje familiar a una de las ciudades más visitadas por el autor de este blog, Budapest. Por algún motivo u otro, parece ser que todos los años acabo volviendo a la capital húngara, que nunca deja de sorprenderme. El regalo de navidad de los dos hermanos hacia sus padres tenía forma de viaje, por enésima vez.

Airbnb en el barrio judío para sentar nuestra base de operaciones para un turismo cómodo, ya que en enero la temperatura por centroeuropa no suele ser la más plácida. Tras acomodarnos y descansar la primera noche, recorrimos las calles de lo que un dia fue un guetto hebreo y visitamos la Gran Sinagoga, la segunda más grande del mundo. Llamé incluso a mi amiga Katy, para vernos un rato y rememorar los intensos viajes por el sudeste asiático. Para poner la guinda al pastel religioso, también visitamos la Basílica.


La majestuosidad del Parlamento hubo que verla de noche y de día, y las cervezas en los Ruin Bars también.


Como es lógico y medio obligatorio, patearse toda la zona amurallada de Buda, el Palacio y el Bastión de los Pescadores, también estaba en nuestros planes. Allí también visitamos un lugar nuevo para mí, que fue el Museo de Houdini, que a decir verdad yo no tenía ni idea que fuese húngaro. Un tour gracioso que culminó incluso con la compra de uno de sus trucos de cartas.



Aunque esta vez no fuéramos a los baños de Szechenyi (bueno la tercera vez consecutiva sin ir), si que los vimos por fuera y nos dimos grandes paseos por toda la zona del parque y lago, pasando por el Vajdahunyad Castle y la Plaza de los Héroes. Y aunque el frio apretaba, no nos impidió las caminatas por Andrassy utca. La triste historia nazi y comunista del House of Terror era parada de interés, que nunca deja indiferente a nadie.





Mi hermano me engañó incluso para salir a correr con él una mañana por toda la isla Margarita. 13 kilómetros que me metió dándole cera con un frio de locos.

Por temas de horarios en los vuelos, mi familia se fue un dia antes que yo, por lo que a mí me dió tiempo a explorar un sitio curioso en el que tampoco había estado nunca, el Memento Park, donde yacen estatuas del mismisimo Lenin, o las piernas de lo que una vez fue la estatua de Stalin. Un lugar que muestra el pasado húngaro sin mucho turismo y que, dado la nieve que cayó ese día, lo hizo mucho más aventura si cabe.





Obviamente hubo tiempo para tomarse un par de cervezas con mi gran amiga Daphne y despedirnos de esta gran ciudad que tan buenas vibraciones siempre me transmite. Lo mejor del viaje, aunque no haga falta decirlo, la compañía de mi familia.

Hasta la próxima Budapest! Egészségedre!