Para finalizar las vacaciones del año en curso, el destino elegido fue el sureste de Francia recorriendo varios de los pueblos de la región de Ocitania con la furgoneta.
Aunque el frio ya apretaba por esas zonas, Minerva se portó como perfecto hogar para Marianne y para mí los siguientes dias. Tras una jornada de trabajo intenso por la mañana, nos pondríamos en marcha rumbo norte hasta que las fuerzas necesitaran una pausa. Gracias a la aplicación Park4night que suelo utilizar para pernoctar con la furgo, encontramos un bonito paraje entre viñedos entre Tarragona y Barcelona un poco retirado de la autopista. Se trataba de un espacio para cata de vinos y pequeños conciertos, donde permiten la pernocta gratuita e incluso el acceso a un lavabo y donde estuvimos acompañados de varios vehículos más.
Fue pasar la noche sin más y seguir el camino hacia el norte. Nuestro primer pueblo en el plan era la localidad de Carcassonne, ya en suelo francés. Nuestra opción de alojamiento esta vez sería un camping a las afueras del pueblo, desde donde se podía divisar la increíble fortaleza medieval que hace mágica esta población. Subimos hasta las murallas y nos perdimos por sus calles estrechas empedradas que forman un pequeño pueblo dentro del propio Carcassonne. Dio la casualidad que se celebraba una de las competiciones de ultradistancia de trail, por lo que vimos ir llegando a la meta ya en la ciudad a corredores que habían recorrido distancias tan dispares como 21 km o 160 km las últimas horas.
Siguiente parada sería algo más al norte, Belcastel, otro patrimonio histórico según la Unesco, categorizado como uno de los pueblos más bonitos de Francia. Costaba de varias calles empedradas medievales, un puente de piedra muy pintoresco, una iglesia y un castillo en lo alto de la colina. Un pueblo algo desolado probablemente por la fecha fuera de temporada, pero que no nos dejó indiferentes.
Como el pueblo anterior se pudo recorrer en un par de horas, decidimos seguir el camino hasta el siguiente punto, la localidad de Najac, que aunque sea difícil la elección, creo que podría situarla en mi pueblo favorito del viaje. En este caso, la tarde se tiñó gris y la lluvia empezó a caer con fuerza, por lo que optamos por pillar un hotel a la entrada del pequeño pueblo. El día siguiente recorrimos sus calles empedradas y disfrutamos de un pequeño mercadillo de verduras y antigüedades. Sus cuestas dejan estampas dignas de postal con el castillo medieval entre sus casas viejas de la época.
El mismo día sería completito, ya que tras el paseo por Najac, seguimos hasta la siguiente parada, el pueblo de St. Cirq Lapopie, mucho más animado y el preferido de Marianne. Un largo camino desde la parte más antigua y semiabandonada del pueblo por su cara este, nos fue dejando escenas y paisajes muy bonitos, dejando entrever el pueblo en unos abruptos acantilados. Nos perdimos por sus calles, nos comimos unas buenas chuletillas de cordero y compramos algún souvenir que otro.
Ese mismo día llegaríamos a nuestro último pueblo de la región occitana, Rocamadour, donde elegimos un camping a las afueras que nos ofreció incluso piscina climatizada para relajarnos tras las horas de carretera. Aún lloviznando y con algo de frio, dimos una pequeña vuelta por el pueblo al anochecer, otra maravilla medieval entre montañas y acantilados.
Tras la noche, y antes de visitar más a fondo el pueblo, fuimos a una reserva de monos que había cerca del camping, donde los primates gozan de total libertad en un espacio selvático y donde puedes observarlos muy de cerca.
Finalizamos el viaje por Occitania pateándonos las calles de Rocamadour, su catedral y los alrededores de su castillo que emerge en lo alto de los riscos, haciendo que la visita sea a su vez un buen entrenamiento de piernas.
Nuestro road trip continuaría ya improvisando la vuelta, dirección al Pais Vasco, primero francés donde nos dimos una vuelta por las calles de San Juan de Luz, más tarde por la parte española, donde degustamos los mejores pintxos en el casco viejo de San Sebastián.
Parada nada planeada en un Airbnb en pleno centro de Burgos, que nos sorprendió gratamente a ambos siendo nuestra primera vez en la ciudad. Vaya tapas hay también por esa zona.
El viaje acabó visitando a la familia por la capital y yendo a un concierto del grupo danés Volbeat en el Palacio de Vistalegre la noche de Halloween, con la respectiva resaca del dia siguiente. Y como broche final, partido en el Metropolitano!
Y tiene pinta que así cerramos la temporada de viajes de 2025, con 4 paises nuevos a mis espaldas (Malta, Rusia, Mongolia y China), repitiendo en otros 3 (Hungría, Noruega y Francia) y con las mismas ganas de siempre. 2026 get ready...



































