jueves, 24 de abril de 2025

Malta

Las navidades pasadas recibí un regalo muy especial en forma de viaje. Destino europeo y fechas que yo quisiera eran las reglas del juego, para compartir momentos y disfrutar viajando con Marianne, mi noruega favorita. Para una visita relativamente exprés, decidí que Malta sería una opción fabulosa por el clima y el pequeño tamaño del pais.

Malta, un archipiélago formado por fundamentalmente tres islas, situado en el mediterráneo tan cerca de Túnez como de Sicilia o las costas de Libia. Para llegar hasta allí, el vuelo más cómodo directo era desde Valencia, por lo que hubo que hacer noche en las inmediaciones del aeropuerto en la furgoneta.

Según llegamos a su capital, La Valletta, ya pudimos ver la arquitectura de fortificaciones que se extiende por todo su territorio. Una ciudad con mucho encanto y muy viva, con sus calles empedradas laberínticas llenas de cuestas. Nos alojamos en un airbnb bastante céntrico que nos supuso una gran ventaja para patear toda la ciudad.

La herencia templaria es latente con todas las referencias a la Orden de St. John, símbolo y estandarte del país y que se puede ver por todos los sitios. Visitamos por tanto la Catedral de St. John, el Upper Barraka y Saluting Battery, el Grand Master Palace, Fort St. Elmo, Pjazza Teatru Rjal y la Triton Fountain. Incluso nos dio tiempo para dar un paseo por el barrio de Floriana, algo más alejado del centro.


El dia siguiente lo utilizaríamos para visitar la segunda isla del pais, Gozo, viajando en un ferry de unos 45 minutos y teniendo acceso ilimitado a los autobuses turísticos para una visita más cómoda y sencilla. Aprovechamos el soleado dia para hacer un par de horas de hiking a través de los acantilados y descubrir la Tal-Mixta Cave para acabar en Ramla Beach, donde comimos y descansamos al sol un rato.



Tras la caminata, nos dirigimos al centro de la isla donde se encuentra su pequeña capital, Victoria y donde paseamos por toda la Citadella, visitando la antigua prisión medieval, un par de museos, las fortificaciones y la catedral.

Tras el largo dia en Gozo, volvimos a Valleta para seguir disfrutando de Malta. Como dato curioso, aunque el inglés es segunda lengua cooficial, el idioma maltés es toda una mezcla cultural. Es un idioma que deriva del árabe pero con muchísima influencia siciliana e inglesa, siendo el único con orígenes semíticos que se escribe con alfabeto latino. Para mí, al escucharlo, era exactamente una mezcla super curiosa entre árabe, inglés e italiano.

El dia siguiente, cogimos un Nissan Yuke para recorrer la isla más a nuestro aire, con la particularidad de que allí se conduce por la izquierda y los trayectos se hacen toda una aventura. Condujimos hasta Rabat, en el centro de la isla, y visitamos toda su Mdina, comiéndonos un desayuno de locos con unas vistas espectaculares que parecían la Toscana italiana.

Seguimos la ruta hasta la localidad de Mellieha, donde disfrutaríamos de un alojamiento de lujo enfrente de la catedral y con nuestro jacuzzi privado incluido. 


La idea fue cenar en un restaurante a pie de playa llamado Singita, donde los atardeceres son una maravilla, pero estaba todo lleno. El plan B fue uno de los momentos más top del viaje, ya que cogimos las pizzas para llevar en ese restaurante y nos las tomamos junto a una piña colada en la propia arena, disfrutando de unas vistas a la caída del sol alucinantes y donde se escuchaba de fondo la música chill out del chiringuito.



El dia siguiente fuimos al famoso pueblo de Popeye, que es el decorado que dejaron tras el rodaje de la película-musical de Robin Williams de 1980. Aunque tenía muchas ganas de ir, pensé inicialmente que sería una frikadilla en decadencia, pero mi opinión cambió al pasar más de 3 horas en el sitio, con unas casas y construcciones en un paraje de ensueño y unas actuaciones sin parar con actores muy simpáticos. Incluye juegos de ingenio y de minigolf con la entrada (15€ en total) y en verano supongo que puedes aprovechar para darte un baño y tomar el sol.





Tras el parque temático, hicimos una pequeña ruta por los acantilados cercanos llegando a un hotel abandonado y a la Torre Roja, una de las vigía con motivos defensivos de la Orden de St. John.

Nuestra última parada sería la zona más al sur de la isla, donde descansamos la última noche en el pequeño pueblo pesquero de Marsaxlokk. De este sitio, poco que contar, bonitos paseos por el puerto y su famoso mercadillo.


La última mañana, antes de coger el vuelo de vuelta, nos dio tiempo incluso a dar una pequeña vuelta en barco viendo el faro de Kalanka, algunas ruinas de la II Guerra Mundial y la formación rocosa en el mar en forma de ventana llamada St. Peters Pool.

Y con este viaje dejaría tan solo Finlandia por visitar en todo el continente europeo, país que seguramente se visite en un futuro para poner broche final a ese mapa coloreado tan codiciado todos estos años y que dan sentido incluso al nombre del blog.